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La increíble y triste historia del hombre que se hundió en su propia ideología sin saberlo

La profesora de filosofía en la Universidad Complutense de Madrid inicia con este artículo una serie titulada 'Disruptiva'.

Comentarios
  1. «La más perversa de las ideologías es aquella según la cual el propio pensamiento que se defiende no es ideológico mientras que el de los otros sí lo es». Es decir, no importa el contenido de una idea ni como se ha llegado a ella. El hecho de que la considere conocimiento y no ideología, ya la convierte en ideología y además perversa. Y eso desemboca, como siempre( deduzco), en el típico nihilismo cínico foucaltiano y la falacia del saber-poder. Pero da la casualidad que usted hace lo mismo. Asume como una verdad absoluta( conocimiento) y no como una ideología( distorsión, simplificación, falsificación) el mantra del constructivismo social de género, permitiéndose el lujo de catalogar de ideología todo lo demás( sobretodo cuando ese «todo lo demás» se llama ciencia y está derribando ese mantra del género como mero constructo social). Pregúntese: ¿cuál es su ideología perversa? Yo se lo digo. Aquello que usted no cuestionaría ni permitiría cuestionar en sus clases. Pero eso yo lo llamo fundamentalismo.

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