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“¿A estas alturas no sabes cuándo he tenido un orgasmo o cuándo no?”

Pilar G. Almansa reflexiona sobre su última obra, 'Cama', que se representa todos los sábados en los teatros Luchana de Madrid.

Comentarios
  1. El feminismo como antídoto
    Juán Manuel Aragüés – Cierzo Digital)
    El feminismo, en muchas de sus formas, apuesta por políticas de cuidados que llaman a multiplicar los lazos solidarios frente al individualismo, la soledad y el miedo que ha generado el neoliberalismo.
    El ascenso de la ultraderecha en Europa, en Suramérica y, ahora, en España, no es algo que deba ser tomado a la ligera. Síntoma de la profunda frustración que la crisis neoliberal ha instalado en amplias capas de la sociedad, que cada vez se sienten más desprotegidas y vulnerables ante un incierto futuro, se convierte en una respuesta no elaborada, cargada de tópicos y lugares comunes que, por ello, llega con una mayor eficacia a sus destinatarios. Los mismos que abogan por la expulsión de los emigrantes, que, dicen, quitan el trabajo a los españoles, animarán a muerte en la próxima jornada a su equipo deportivo, en el que el porcentaje de extranjeros superará, ampliamente, al de españoles.
    Desde la convicción de que el feminismo es el movimiento mejor situado para ejercer este papel de antídoto, quisiera hacer una serie de consideraciones. A pesar de las potencialidades del movimiento, que se mostraron de modo aplastante y maravilloso en la histórica jornada del pasado 8-M, el feminismo no ha sido capaz de adoptar, hasta el momento, ese papel activo que la movilización parecía apuntar. Casi un año después, se echa en falta una mucho mayor presencia en forma de respuesta a las agresiones que esta sociedad continúa sufriendo.
    Se trata de que el feminismo no puede convertirse en la inversión de los valores del patriarcado.
    Creo que el feminismo debería ser consciente de ello y advertir que, para acabar con los valores del patriarcado, no se trata de generar otros valores en relación especular con ellos y que, por tanto, generen una nueva mayoría opresora y una minoría oprimida (utilizo los conceptos de mayoría y minoría de modo cualitativo, no cuantitativo), por mucho que esa anterior minoría tenga motivos para sacudirse con rabia el yugo que la atenaza, pues su tarea no es cambiar el yugo de lugar, sino romperlo. Pongo un ejemplo, en el ámbito del lenguaje. No se trata de abandonar el masculino genérico para convertir en genérico el femenino (aunque como estrategia de denuncia me parece interesante), pues de ese modo no se consigue más que generar un nuevo código cerrado con mayorías dominante y minorías dominadas, sino de buscar estrategias para generar un lenguaje lo más inclusivo posible.
    Entiendo que el feminismo debería adquirir conciencia de su responsabilidad en estos momentos cruciales, de sus potencialidades para convertirse en instrumento aglutinador de una contestación social amplia frente al fascismo, y que para ello le hace falta mucha inteligencia, sensibilidad y vocación de construcción de un común que a muchas y muchos cobije. Ojalá sea capaz de llevar adelante esa tarea, muchos (y lo dejo conscientemente en masculino) lo esperamos con esperanza.

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