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EEUU: lugares de memoria radical

El anticomunismo —que obsesionó a los líderes políticos y policiales norteamericanos desde mucho antes de la Guerra Fría— dificultó durante casi un siglo que se celebrara la impresionante historia de las luchas obreras del país. Pero allí también empiezan a moverse las cosas.

Comentarios
  1. El largo asesinato de Martin Luther King.
    Los relatos oficiales no dicen nada sobre el Dr. King que estudió a Marx con simpatía a una edad temprana y que dijo en sus últimos años que “si queremos alcanzar la igualdad real, los Estados Unidos tendrán que adoptar una forma modificada de socialismo”. Borran al King que escribió que “el verdadero problema que hay que afrontar” más allá de cuestiones “superficiales” es la necesidad de una revolución social radical.
    Los negros estadounidenses, pero también otros sectores de la población, percibían lo que King llamó “la cruel ironía de ver a chicos negros y blancos en las pantallas de televisión, matando y muriendo juntos por una nación que es incapaz de sentarlos juntos en la misma escuela. Los vemos en brutal solidaridad quemar las chozas de una aldea pobre, pero nos damos cuenta que nunca vivirían en el mismo bloque en Detroit”, dijo King en la CBC, y agregó que “no podía permanecer en silencio ante tan cruel manipulación de los pobres”.

    Más allá de la hipocresía racial, King dijo que “una nación que continúa gastando año tras año más dinero en defensa militar [aquí podría haber dicho mejor en un ‘imperio militar’] que en programas de mejora social está cada vez más cerca de su bancarrota espiritual”.
    Sus propuestas, dijo, buscaban algo más que justicia racial. Su objetivo era eliminar la pobreza de todos, incluidos los blancos pobres, y creía que “la revuelta negra” era un desafío frente a lo que llamó “los tres males interrelacionados” del racismo, la injusticia económica / pobreza (el capitalismo) y la guerra (el militarismo y el imperialismo). La lucha negra “ha evolucionado, afortunadamente, en algo más que la búsqueda de la eliminación de la segregación [racial] y la igualdad”, dijo King. Se había convertido en “un desafío a un sistema que ha hecho milagros en la producción y la tecnología”, pero no ha sido capaz de “hacer justicia”.
    King era un demócrata socialista que defendía la desobediencia de masas y un antiimperialista que abogaba por una revolución mundial. Los guardianes de la memoria nacional no quieren que se sepa nada de ello cuando transmiten doctrinalmente una memoria oficial impuesta sobre King como un reformador liberal y paniaguado. (De manera similar, nuestros señores de la ideología no quieren que sepamos que Albert Einstein [“Personaje del siglo XX”, según la revista Time] escribió un brillante ensayo en defensa del socialismo en el primer número de la venerable revista marxista estadounidense Monthly Review – o que Helen Keller era una defensora de la revolución rusa).
    http://insurgente.org/paul-street-el-68-en-eeuu-el-largo-asesinato-de-martin-luther-king/

  2. MEMORIA HISTORICA ARAGON.
    HUESCA: 79 (hoy 82) AÑOS DESPUES.
    Nunca será suficiente el recuerdo y evocación de lo ocurrido en Huesca aquel domingo, como hoy mismo, 23 de agosto de 1936, hace setenta y nueve años. Ese día, no menos de noventa y cinco personas fueron asesinadas en la tapia oeste del cementerio de la carretera de Zaragoza. Falangistas, miembros de Acción Ciudadana y militares, el fascismo local amparado por el clero, cumplieron a rajatabla las instrucciones dictadas por el “director” del golpe de Estado, el indigno general Emilio Mola: “Es necesario crear una atmósfera de terror, hay que dejar sensación de dominio eliminando sin escrúpulos ni vacilación a todo el que no piense como nosotros. Tenemos que causar una gran impresión, todo aquel que sea abierta o secretamente defensor del Frente Popular debe ser fusilado”. Los camiones con presos empezaron a salir de la cárcel provincial a media mañana y solo a última hora de la tarde, cesó el cortejo de muerte. Los enterradores no daban abasto en medio de aquella orgía de sangre.
    El escritor y miliciano de la Columna Ascaso José María Aroca, describe en su libro “Las Tribus” la impresión que recibió al llegar al entorno de la población a finales de agosto: “Cuando llegamos al cementerio de Huesca, descubrimos que uno de sus muros estaba literalmente acribillado a balazos. Al pie de la pared, la tierra, amasada con sangre, tenía un color parduzco. La cal aparecía salpicada, aquí y allá, de cabellos y de sesos humanos. En aquella tapia, los sublevados habían estado fusilando a los izquierdistas de la capital. Dentro del cementerio, unas inacabables fosas comunes daban testimonio de lo implacable de la represión fascista. A unos doscientos metros del camposanto, semioculto en un cañaveral, encontramos el cadáver de un obrero que al sentirse alcanzado por las balas había echado a correr para desangrarse bajo las estrellas. Tenía las manos atadas con una cuerda”. Cuerdas o alambres servían para sujetar por las muñecas, de dos en dos, a los reos que descargaban de los camiones a culatazos y patadas.
    Mataron a mujeres como Concha Monrás, viuda de Ramón Acín desde el 6 de agosto, las hermanas Barrabés Asún, Victoria y Rafaela, de 20 y 21 años, respectivamente, apresadas al no encontrar en casa a sus hermanos, a los que perseguía la policía del nuevo régimen que se abría camino sobre cadáveres; la activista María Sacramento Bernués Estallo, de 43 años, que ya había sido arrestada con anterioridad y en cuyo expediente carcelario se anota “no muestra ningún arrepentimiento”; Francisca Mallén Pardo, detenida el 18 de agosto por ser novia del anarquista José Espuis Buisán, también fusilado el mismo día, con el que se iba a casar pocas semanas después de este 23 de agosto de 1936, la jornada más trágica y larga de la historia de Huesca.
    https://cambiarhuesca.es/setenta-y-nueve-anos-despues-por-victor-pardo-lancina/

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