EL FARO DE REYKJAVÍK // Las consecuencias del cambio climático también se desarrollan en Islandia, un país que habitualmente se describe como la isla del fuego y hielo, aunque pronto el último atributo podría desaparecer. Islandia ha perdido desde 1995 un 7% del volumen actual de los glaciares que cubren poco más de un 10% de su superficie. Esto supone una pérdida aproximada de 250 km3, según datos ofrecidos por la Oficina Meteorológica de Islandia (OMI) en un informe publicado el pasado abril. Más allá de las cifras, que a menudo se presentan de forma ininteligible para la ciudadanía no experta en la cuestión, lo cierto es que en Islandia el resultado del deshielo es evidente y fácilmente identificable año tras año.
Uno de los lugares más próximos a Reykjavík y donde se puede observar en primera persona este proceso es la lengua de hielo Sólheimajökull, que se desprende del glaciar Myrdalsjökull, bajo el cual se encuentra el volcán Katla, en el centro de la costa sur de Islandia. Actualmente, quienes visiten el lugar deben aparcar sus vehículos en la zona habilitada y caminar unos 15 minutos hasta llegar a la lengua de hielo, mientras que en 1995 Sólheimajökull llegaba a esa misma explanada. Esta lengua de glaciar se ha reducido una media de 50 metros por año, siendo el último récord de 134 metros, según los datos recopilados por Snæbjörn Guðmundsson en su libro Exploring Iceland’s Geology.
Más al este de la costa sur de Islandia se encuentra Jökulsárlón, una laguna glacial que empezó a formarse en los años 30 del siglo XX, es decir, una laguna que hace cien años simplemente no existía. El hielo de la zona del glaciar Breiðamerkurjökull se ha desprendido desde entonces a gran velocidad formando una laguna que se encuentra con las aguas del Atlántico. Según los datos del estudio Icelandic Glaciers. A natural laboratory to study climate change, realizado por la OMI, la Universidad de Islandia, el Instituto de Ciencias de la Tierra y el Centro de Naturaleza del Sur de Islandia, la media del deshielo en la última década ha hecho que la capa de hielo retroceda de 200 a 300 metros al año, lo que deja una huella completamente observable verano tras verano.
Menos conocida es una de las otras consecuencias de la desaparición parcial de los glaciares, la elevación del terreno. De hecho, después de la última glaciación, cuyo final tuvo lugar en Islandia hace entre doce y diez mil años, la superficie de la isla ya recuperó altura muy significativamente. Debido al ritmo del deshielo actual, zonas como Höfn, al sureste del glaciar Vatnajökull, es de 1,2 centímetros al año, mientras que en la región oeste de este mismo glaciar la elevación anual llega a los 4 centímetros.
La causa del deshielo acelerado que sufren los glaciares islandeses en la actualidad se puede atribuir al cambio climático, como defiende la OMI, pero hay otros factores que contribuyen a la desaparición del hielo y que aún dificultan más el reajuste. Se trata de los sistemas volcánicos que se encuentran debajo de buena parte de los glaciares de Islandia, especialmente en el sur, con volcanes como el Bárðarbunga, Grímsvötn o el Eyjafjallajökull, por citar los que han producido erupciones volcánicas en los últimos ocho años. No obstante, este factor siempre ha existido y no explica per se el paso acelerado de desaparición de los glaciares, señalando como principal actor al cambio climático derivado de la producción de gases de efecto invernadero.
El informe antes citado y realizado por cuatro entidades que trabajan sobre el terreno acaba con una descripción poco alentadora de lo sucedido en tres ríos glaciales en la zona de Skeiðarársandur, al oeste de Jökulsárlón. Lo traducimos por el interés y lo gráfico de la descripción: “Los tres principales ríos glaciales que tradicionalmente han fluido desde el glaciar Skeiðarárjökull a través de la llanura Skeiðarársandur hasta llegar al océano han sido Skeiðará, Gígjukvísl y Súla. Skeiðará confluyó con Gígjukvísl en 2009 y el río Súla se les unió en 2016. A día de hoy, toda la corriente surgida del glaciar Skeiðarárjökull fluye en un solo río en medio de la llanura de arena por primera vez desde la Edad Media. Esta consecuencia del retroceso [del glaciar] proporciona una manifestación impresionante del calentamiento del clima en Islandia”.
Desde el siglo XIX, cuando los glaciares llegaron a ocupar su extensión máxima desde la llegada de los pobladores en Islandia en el año 874, la superficie de los glaciares se ha reducido en unos 2.000 km2, 600 km2 de ellos desde el año 2000. No obstante, no todo el mundo en Islandia ve esta cuestión como un problema. Polémicas y recordadas son las declaraciones del entonces primer ministro de Islandia y actual líder del Partido de Centro y diputado del parlamento, Sigmundur Davíð Gunnlaugsson, cuando declaró en 2014 que el cambio climático ofrecía grandes posibilidades para Islandia.
Estas fueron sus palabras literales: “Islandia es uno de los ocho países del futuro. [El informe The World in 2050] señala claramente que se abrirán muchas oportunidades en el Ártico en términos de rutas de transporte, desarrollo de petróleo, gas y minerales, sin mencionar la producción de alimentos. […] Hay escasez de agua, la energía es cada vez más costosa, la tierra es escasa y se predice que el precio de los alimentos incrementará en el futuro debido a la mayor demanda. En consecuencia, hay grandes oportunidades para Islandia y las estamos planeando”.
Más allá de la polémica que suscitaron en la prensa internacional sus declaraciones, Gunnlaugsson daba voz a los sectores de la comunidad internacional que por interés propio ven en el cambio climático y en los desastres naturales y humanitarios que se deriven una oportunidad de negocio que no debe desaprovecharse. La controversia es relativamente nueva pero en países como Islandia será una cuestión central en las políticas ante el cambio climático para las próximas décadas. Hay quien puede pensar que si el cambio climático es una gran oportunidad para su país, obviando las nefastas consecuencias para el resto de la humanidad, ¿por qué tendría el gobierno nacional que trabajar para frenarlo?
Pero piensen como piensen los partidos gobernantes en la isla, lo cierto es que desde 1995 los glaciares desaparecen a un paso alarmante. Un último dato: si Islandia sigue con su ritmo de deshielo, en 2280 no quedará ni un solo glaciar en toda la isla.