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Antonio Ariño: “La cultura puede ser algo terrible”

El catedrático de Sociología de la Universitat de València ha elaborado –junto con el profesor Ramón Llopis– tres informes en los últimos dos años en los que analiza el consumo cultural a partir de diferentes indicadores.

Comentarios
  1. Esta es la cultura que quieren imponer los herederos de aquellos que gritaban ¡muera la inteligencia!:
    El Gobierno pondrá a disposición de la comunidad educativa una serie de documentos con el objetivo de que los alumnos sean instruidos en los valores de las Fuerzas Armadas, la seguridad y la paz y el significado de los símbolos nacionales como el himno, la bandera y el escudo de España.
    “La bandera, presente en los lugares del mundo en los que actúan nuestras Fuerzas Armadas simboliza el compromiso de todos los españoles por la paz. El Rey, símbolo de la unidad y permanencia del Estado”.
    Pura filosofía, crecimiento integral, concordia y valores humanos.

  2. «Temo el día en que la tecnología sobrepase nuestra humanidad. El mundo solo tendrá una generación de idiotas».
    Einstein.
    Mucha tecnología, mucha información; que no es lo mismo que sabiduría, pero ya no hay tiempo o se ha perdido la costumbre de observar la vida en directo, de reflexionar, de filosofar, ya se ha perdido la calidez del contacto humano directo, de cambiar impresiones con el semejante de al lado, incluso se ha perdido la saludable costumbre de decir siquiera hola y adios. Somos seres dirigidos, seres en proceso de deshumanización, a la vista está, sin capacidad crítica propia, todo ello y en mi opinión debido en gran medida a la mercantilización de la educación, a la manipulación de los medios del sistema y al abuso o mal uso de las nuevas tecnologías.

  3. Me parece muy interesante el discurso del señor Ariño. No hay que aplaudir todo lo que se denomine cultura por el hecho de serlo. En el manifiesto «nueva ilustración radical» de Marina Garcés ya se habla también de cómo la cultura debe dar respuesta a los retos del momento actual, el ‘analfabetismo ilustrado’. Sociedades altamente escolarizadas que son cada vez menos críticas y más crédulas hacia el discurso emitido por el poder. No se trata de echar de menos los canales del pasado, sino recuperar la cultura como herramienta eficaz para nuestra supervivencia como individuos y como ciudadanos.

  4. El tener una carrera universitaria no implica en ningún momento que seas un profesional.( incluido ser catedrático).

    • Bueno, trabajar de ello es lo que se requiere para llamarte profesional. Y un catedrático lo es, te guste o no. Puedes estar de acuerdo con su opinión o no, que además no tiene por qué ser ley. Eso es otra cosa.

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