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Patriotas

"Somos patriotas e internacionalistas cada vez que pedimos que los países no funcionen como empresas; cuando queremos una educación y una sanidad gratuitas", afirma la escritora en Relatos de otra España, en #LaMarea53.

Comentarios
  1. En España abundábamos las y los «apátridas». Porque España era de ellos, y no nos reconocíamos en casi nada.
    De mayores queríamos ser frances@s, o anglos, o cualquier cosa que oliera a racional, libre y civil(izado).

  2. CARLOS TAIBO. Cataluña: dos inteligentísimas respuestas:
    En el mundo político y mediático español la disputa sobre el referendo catalán se traduce en dos posiciones mayores. La primera, abrupta hasta extremos impensables y claramente mayoritaria, se materializa en esa frase, tantas veces repetida, que asevera que “Cataluña ha sido y será siempre España”. Hermosa lección de democracia la de estos nacionalistas españoles que invocan la voluntad popular cuando les conviene y la esquivan cuando aquélla se apresta a hurgar, pecaminosamente, en esencias intocables.
    Más miga tiene, con todo, la segunda de las posiciones. Sobre el papel más abierta y concesiva, subraya que el despliegue del derecho de autodeterminación, a primera vista respetable, reclama reformas legales que necesitan su tiempo. Si unas veces los portavoces de esta posición prefieren ocultar que rechazan, palmaria y eficientemente, esas reformas, otras lo que hacen es ignorar -sospecho que interesadamente- que para sacarlas adelante, y aritméticas parlamentarias de por medio, serán precisos cambios sustanciales que resultan difícilmente imaginables en el corto, el medio y el largo plazo. De esta suerte, las gentes de las que hablo ahora se convierten en paradójicos sustentadores del cerrojo que supone una Constitución, la de 1978, que dicen repudiar en muchos de sus términos y en no menos paradójicos detractores del ejercicio de JUSTIFICADA DESOBEDIENCIA CIVIL que es el referendo catalán de estas horas.
    Aunque las dos posiciones que me ocupan participan de lleno de esa unidad de desatino en lo universal en la que malvivimos, una unidad delirante hoy fortalecida gracias a la histeria del grueso de los integrantes del gremio periodístico, me quedo con la primera. A diferencia de la segunda, exhibe una inestimable virtud: la de no engañar a nadie.

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