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Tomás Ibáñez: “Nunca se toma el poder, sino que es el poder quien nos toma”

Histórico militante libertario, Tomás Ibáñez analiza en 'Anarquismo es movimiento' (Virus, 2014) la vigencia de los postulados anarquistas y cómo estos nutren e impulsan las luchas actuales

Comentarios
    • Muito obrigado, Carlos. Se agradece la solidaridad !!!Felicitaciones por la página Autonomies
      Un saludo
      Tomás

  1. Lo voy a poner en francés que me sale mejor. On peut trouver un commentaire du livre de Tomas en suivant le lien : http://blogs.mediapart.fr/blog/nestor-romero
    Pour le reste je suis totalement d’accord avec Tomas pour dire que c’est fini le «grand soir» (mais pas l’utopie)et que tout est dans le présent, dans l’acte, le comportement et la vie au présent comme le disaient les stoïciens et le pratiquait Diogène le Chien. Mais c’était aussi la position quoique ultra-minoritaire des Jeunes Libertaires parisiens dans les années 1960 qui ne fut pas sans influence sur le déclenchement de Mai68 dont l’un des premiers pavés jetés portait la revendication d’une vie sexuellement libérée. C’est maintenant le mot «anarchisme», le signifiant lui-même, qu’il convient de mettre de côté comme une relique pour mieux laisser s’épanouir un présent riche de ces résurgences libertaires analysées dans ce livre important.
    Nestor

  2. Me parece clave esta frase «Lo que el anarquismo contemporáneo deja atrás es, entre otras cosas, un conjunto de ideas influenciadas por la Modernidad, tales como la fe inquebrantable en el progreso, el encumbramiento acrítico de la Razón, una concepción demasiado simplificadora del poder, unas prácticas acordes con lo que fue la centralidad del trabajo, y también deja atrás un imaginario revolucionario construido en torno a la gran insurrección del proletariado.» Y la encuentro muy contradictoria, al menos tal y como yo la entiendo, con una de las conclusiones de Tomás Ibañez. Para mí la liberación de espacios de poder en las instituciones por parte de movimientos controlados desde abajo (véase CUP o, por ahora, Podemos) es una oportunidad de invertir esa tendencia en la que ya no se cree que el futuro pueda traer el progreso. Promover un discurso general contra los partidos es ofrecer todo el campo al enemigo, sin posibilidad ninguna de maniobra. Y además, sin entender eso, tampoco es posible entender el 15M. Cuando se gritaba «Nos nos representan» o «Que se vayan todos» se referían a los que estaban. Y lo hacían con la frustración de quienes habían pensado que todos eran iguales y que no se podía hacer nada. Se pueden cambiar muchas cosas si la política se hace desde principios y normas libertarias. Igual que se va a los comités de empresa o se presentan demandas en los juzgados laborales. Las instituciones están ahí y les da lo mismo contar con la participación de un 1% y la apatía del resto. Lo que no les da lo mismo es que haya una participación del 99% y que la gente no se limite a votar sino que ejerza su derecho y su responsabilidad en todos los ámbitos, incluso en los más adversos, como son las instituciones.

    • Creer que el futuro debe traer progreso es uno de esos lastres mentales de la modernidad, la fe en el progreso. Ibañez no lo señala como un rasgo negativo, sino como una virtud de los anarquismos actuales. Por lo tanto nada más lejos que querer recuperar esa fe por la vía que sea, y menos con la delegación y la representación al uso.

      La crítica que hace al electoralismo está bastante desarrollada por él mismo en la entrevista como para desmontarla diciendo que las instituciones son un «espacio neutral» que o llenan unos o llenan otros. Eso es una mentira, las instituciones son el hogar de quienes gobiernan y quienes gobiernan son siempre los mismos. Y por cierto, el ejemplo de los comités de empresa es perfecto para revelar esto, llevamos como 35 años de comités funcionando y ¿qué tenemos? desmovilización, el peor sindicalismo de la Historia y los peores retrocesos en derechos desde la revolución industrial-por la velocidad y la contundencia-. ¿son los comités un espacio neutral que podemos llenar? No, son una parte de la empresa con la que limitar la capacidad de contrapoder que el sindicalismo significaba.

      • A ver, creer que la modernidad trae obligatoriamente el progreso es un error, sí, porque la última etapa de la modernidad demuestra que ese concepto puede utilizarse precisamente para desmantelar las conquistas del progreso. Hoy esa simplificación de la Ilustración es idealista. Pero las tesis de la Ilustración siguen siendo correctas siempre que haya unas condiciones que lo permitan. Lo que ha sucedido es que se han desmantelado las bases de la Ilustración (el conocimiento hoy en gran medida no significa libertad ni emancipación, la instrucción pública es cada vez más un mecanismo de alienación, etc). En ese sentido ‘lo que se puede esperar del futuro’ se ha vuelto sombrío. Recuperar la fe en el progreso pasa por recuperar las bases que lo hacían posible. Pero lo cierto es que la negatividad y la pulsión autodestructiva que late en gran parte del anarquismo tiene que ver también con sentirse a gusto en la derrota, no negociar con lo real, vivir deprisa y dejar un bonito cadáver, abocarse al testimonialismo y a los símbolos.

        También sería importante entender lo que dicen los demás y quitarse la venda. Yo no he dicho que las instituciones sean un ‘espacio neutral’. He dicho todo lo contrario ‘que es el ámbito más adverso’. Tampoco que se trate de la ‘delegación y la representación al uso’. Lo que señalo, y a mí el idealismo identitario no me impide verlo, es que las tesis libertarias han influido de tal manera y son tan razonablemente válidas que los nuevos movimientos políticos encuentran en ellas una referencia para autoorganizarse. Concretamente hablo de movimientos controlados por las bases, de las CUP y, en principio, Podemos.

        Ceder todo el espacio de poder a quienes diariamente están legislando y gobernando para que el futuro deje de ser lo que era es un error. El rechazo a las elecciones en el anarquismo es una cuestión de principio, sí, pero como otras muchas en las que podría aplicarse ese maximalismo y no se hace (sindicatos, servicios jurídicos, impuestos, legalización de asociaciones, pago de hipotecas y de alquileres, DNI, etc). Lo que lo hace una cuestión tan central es que esa decisión, que fue una decisión *táctica* de la Primera Internacional en su lucha por el *Poder* con la fracción parlamentarista, es hoy una tradición que significa la seña de identidad principal de muchos de los que se adscriben ideológicamente al anarquismo. La realidad es que es una cuestión importante, sí, como todas las demás que se aceptan sin más, pero en la que sería interesante que pensáramos cuál es la situación real y qué se puede hacer para invertir esa tendencia brutal que arrastrará al anarquismo al olvido junto a todas las ideologías emancipatorias si no se toma conciencia de la situación que hay.

        Por último es muy fácil quejarse de los comités de empresa y decir que no sirven para nada, o que no han cambiado nada, cuando lo único que se ha hecho es dar un testimonio cuasi-religioso de ellos o pura demagogia, que es lo más de derechas que puede haber. Las cosas no se cambian ni desde dentro ni desde fuera, sino construyendo una estructura diferente, que sea una alternativa. Lo comités de empresa están ahí independientemente de lo que la CNT testimonie. Si se quieren cambiar hay que ir con delegados revocables, con acuerdos de las asambleas, sin poder ejecutivo, y sin recibir regalitos de la empresa. Mojarse es algo en lo que se siente muy incómodo el idealismo enajenado, pero que son muy útiles para sentar las bases para que las cosas cambien y no se despeñen diciendo «qué puros somos», «qué bonito cadáver dejamos».

        • Yo quiero un mundo en el cual nadie me gobierne, ni a mi ni a nadie. En el que no sintamos la necesidad de ser gobernados y de que nos digan lo que tenemos que hacer, porque esto, al final, es confiar en la buena voluntad del gobernante de turno o, con bastante desazon, pensar que desde un poder centralizado se pueden satisfacer las necesidades tan dispares y divergentes de cada individuo o familia o colectivo.

          Cada cual por sí mismo puede buscar su manera de vivir su vida sin necesidad de que ningún gobernante le ponga trabas o normas. Obviar las luchas anarquistas o los principio filosóficos anarquistas con la idiotez de la «pureza» o de «qué cadáver tan bonito» es más que simplón.

          El parlamentarismo es tan infantil como el infantilismo. Somos niños adultos que votamos a nuestros papás gobernantes. Y quizá -y no sé si con o sin metáfora- la única manera de madurar como especie, sea cometer parricidio.

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