Joaquín Leguina se enciende hablando de José Luis Rodríguez Zapatero. Parece tener ganas de contarlo todo y de pasar cuentas con sus excompañeros de partido. Al hablar de Zapatero se enciende, de él y de aquellos que le acompañaron durante sus ocho años de gobierno. Ayer mismo salió a la venta el libro Historia de un despropósito del expresidente de la Comunidad de Madrid, en el que hace un repaso por los años del zapaterismo sin dejar a títere con cabeza.
Habla de forma pausada, pero se nota rencor en sus palabras, como el odio de aquel que ha sido abandonado y se siente tirado en un rincón de la casa. También tiene buenos recuerdos para los suyos, militantes como Rodríguez Ybarra. La cita tiene lugar en un hotel del centro de Madrid. Nadie le reconoce, sale a la ciudad, desangelada y fría, enfila Gran Vía, pero no en dirección a Callao, ese ya no es su sitio, se oculta por las callejuelas de la capital. De fondo resuenan sus reproches al que aún considera su partido.
Vamos a conversar sobre esta historia del despropósito. En el libro habla de las “ocurrencias de Zapatero”. ¿Cuáles son esas ocurrencias?
La ocurrencia mayor es la de abrir un melón con el estatuto de Cataluña. Pero hay otras. Degradó mucho la calidad del personal dedicado a la política, se rodeó de mucha gente que no había ni terminado la carrera porque no le había dado la gana.
El problema de Zapatero entonces, ¿fue él mismo o la gente que le rodeaba?
No, el problema fue Zapatero en sí, que tenía una concepción del aparato más dura y la sonrisa más tonta. Yo creo que fue muy irresponsable, al fin y al cabo tenía la idea de que los ministros tenían que hacer la vida fácil al presidente del Gobierno, por eso pensaba que podía elegir a cualquiera.
¿Qué le lleva a Joaquín Leguina a escribir este libro?
Yo pienso que hay que escribir, tenemos la obligación de contar lo que está pasando. No puede ser que los partidos sufran una catástrofe como la que sufrió el PSOE en noviembre de 2011 y no hagamos una reflexión sobre lo que ha pasado.
Y la que sigue sufriendo…
Pero es que se niegan a hablar del inmediato pasado diciendo algo que ya sabemos y que eso no tiene arreglo. Pero yo, ante ese argumento, digo que el futuro no existe, solo existe el pasado, solo podemos discutir de lo que se ha hecho, no de lo que se va a hacer.
¿Ya no se hace ese tipo de reflexiones en los partidos?
No, yo creo que no. Por ejemplo, esto del estatuto de Cataluña es la ocurrencia de dos personas: Maragall y Zapatero. Nadie quería eso, estaba más que debatido en el partido socialista este asunto. Pero los otros, Rajoy y compañía, también van servidos en este libro, han mentido muchísimo. Ellos sabían cómo estaba el poder, y hacen unas promesas intentando engañar y luego a la hora de la verdad toman decisiones que en otro país no se hubieran podido tomar.
Hablando del Estatut, parece que la postura del PP es más clara que la del PSOE o la del PSC.
La postura del PP respecto al separatismo es la tradicional de cualquier liberal español del siglo XIX para acá.
¿Y la del PSOE?
Era la misma…
¿Incluyendo al PSC?
Incluyendo al PSC que yo conocía. Al separatismo ni agua. Pero claro, hay unas derivas… La política en Cataluña da mucha pena y los únicos que saben lo que quieren, que es tirarse al barranco, son los separatistas, ¿y los demás?
¿Qué cree que pasará en Cataluña el próximo 9 de noviembre?
De eso hablo bastante en el libro. La deriva que impone Maragall al PSC es una deriva suicida electoralmente, ha perdido en muy poco tiempo más de la mitad de los votos y, ¿van a seguir por ese camino? Ellos sabrán lo que les espera.
Usted habla del peligro del nacionalismo periférico, ¿y del nacionalismo español?
No lo hay, hay nacionalistas españoles, como los hay en Francia o en Gran Bretaña, pero es anecdótico. Aquí la batalla no es entre el nacionalismo español y el periférico, es entre los constitucionalistas y los que quieren cargársela.
¿Usted sigue votando al PSOE?
Sí, normalmente sí….
¿Normalmente?
Si me cabrean mucho a lo mejor no les voto y me quedo en casa.
¿En estas elecciones europeas con Elena Valenciano también votará al PSOE?
Sí, sí, no tengo nada en contra de ella.
Me sorprende cuando dice en el libro que “Zapatero se subió al carro del anticlericalismo y el antifranquismo”. ¿Zapatero era un radical anticlerical?
No, pero él y sus amigos pensaban que eso de meterse con los curas daba votos, era así tan vulgar. Yo, como español que soy, y te digo que soy laico y no religioso, me parece que ya está bien de aquello que decían de que un español es un individuo que va detrás de un cura con una estaca o con un cirio. Pues yo ni con una estaca ni con un cirio.
¿Por qué Zapatero no se atrevió a romper el Concordato con la Santa Sede?
Es que en un lado pegaba los gritos y en otro ponía los huevos. Claro, no quería meterse en el lío del nuevo Concordato, y pensó que lo mejor era hacer ruido por ahí. Es de gritar mucho y no hacer nada, era algo típico de él.
También ha hablado del antifranquismo de Zapatero…
Es que resucitó un movimiento que no existía, eran antifranquistas sobrevenidos. Los que éramos antifranquistas decíamos: si habíamos llegado a la reconciliación nacional a través de la ley de amnistía, ¿a qué viene esto?.
Aunque las cunetas siguiesen llenas de cadáveres…
Pues hay que sacarlos de ahí, no hay que hacer ninguna ley para sacarlos de ahí, hay que poner dinero…
Y también dotar a los jueces de leyes, ¿no?
¡Dinero! Si existen esos reglamentos, si es un delito enterrar a la gente en las cunetas, tienen todo el derecho. Pero no se puede extraer de ahí que los que hicieron la ley de Amnistía y la Transición éramos todos unos mierdas.
¿Siente que Zapatero traicionó al PSOE?
Yo creo que Zapatero era un gran ignorante, es un hombre que no lee y se nota mucho. Fue a cargarse a todos los de la época anterior…
Pero no a todos…
A todos menos a uno [risas]. Bueno, pues vale. Se nos cargó para quedarse eternamente, pero la vida política no es eterna. El partido ha quedado muy lesionado, con unas prácticas muy lesivas para España que necesita un partido socialdemócrata fuerte.
¿Cómo ve el PSM?
[Risas] No milito mucho en el partido, soy amigo de ellos, los apoyo (a los que llevan ahora el partido) en lo que puedo. Es hora de que el PP se vaya, el PP está muy maduro y en algunos puntos podridos.
¿Y que sea Tomás Gómez presidente?
Pues ojalá.
¿Qué le parece Trinidad Jiménez?
Es una paracaidista que no ha hecho más que desgracias, es una tremenda dentro del partido, es Zapatero II, del mismo estilo, tienes que decir sí señor, sino te echan. Me parece una política de tercera división.
¿Y Joaquín Leguina ha dejado la política activa?
Si por eso se entiende la institucional, sí.
¿No va a presentarse en ninguna candidatura como Antonio Asunción?
No, no. Tengo mucho afecto por Antonio Asunción y me parece legítimo lo que hace, además lo han echado de mala manera. Yo no estoy en eso, sino en la reflexión política.
El libro salió ayer a la calle, ¿ha recibido ya alguna llamada?
Ni he recibido ni espero recibir. La práctica contra el pensamiento crítico en el PSOE es la indiferencia franciscana, pero si creen que si ellos no hablan del libro no se va a hablar de él, se equivocan.
¿Cómo vería un gobierno en la Comunidad de Madrid con IU?
A mí me gustaría un gobierno sólo del PSOE, pero en fin, yo goberné con ellos.
Pero antes con IU que con UPyD, ¿o no?
Depende de las personas. A la que conozco de UPyD en la Comunidad de Madrid, sí que me fío de él. Se llama Luis de Velasco y siempre me ha parecido un hombre honrado y con buena cabeza, es una persona decente.
El libro parece una lista de reproches…
No, he querido ir más al fondo, de dónde vienen las ideas estas, de recién llegados al PSOE que tomaron a este hombre por bandera y que no responden a la vieja tradición socialdemócrata a la que yo pertenezco. Lo peor de Zapatero es Zapatero el innovador.
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