Cuando se difundió que el rey personalmente se había encargado de encontrarle un abogado a Cristina de Borbón el mensaje era claro: a diferencia de con Iñaki Urdangarín, la imputación de la hija del rey sí era asumida públicamente como una imputación a la Corona. Cuando se anunció que tal abogado era Miquel Roca, padre de la Constitución, el mensaje era aún más claro: no sólo se trata de una imputación a la Corona sino que es un jaque al régimen del 78 en el que la Corona no es meramente simbólica sino que es la clave de bóveda del régimen político.
Quizás esa decisión haya intentado ser una forma de advertir al Poder Judicial de que se está jugando con fuego. Veremos su eficacia si hay procesamiento y juicio. Pero en el fondo ha sido toda una confesión.
Confié en mi marido, que robaba a mi lado sin que yo me diera cuenta. Nunca ha hecho falta decirlo en los tribunales pero desde 1975 esa lleva siendo una excusa tácita para tantísimos casos de delincuencia que han cometido protagonistas de la Casa Real. Quien fuera secretario de la Casa Real durante 17 años, Alfonso Armada, estuvo en la cúspide del golpe de Estado del 23F pero el rey no tuvo nada que ver, confió en él. El gobierno lo indultó a los cinco años. Quien fuera administrador privado del rey Juan Carlos durante más de veinte (20) años, Manuel Prado y Colón de Carvajal fue condenado por varios casos de corrupción (casos KIO, Torras, Grand Tibidabo)..pero el rey no tuvo nada que ver, confió en él. Dos meses después de ingresar en prisión el gobierno lo indultó.
Sin haber ocupado cargos oficiales el círculo de amistades y socios comerciales (si es que hay diferencia entre una cosa y otra en Zarzuela) de Juan Carlos de Borbón se nutre de grandes ladrones sobre los que no sabía nada, confió en ellos: Javier de la Rosa, Mario Conde… ¡qué decepciones! La amistad, como el amor de doña Cristina, es ciega. Y en Zarzuela la ceguera es especialmente gafe. Y duradera. En el caso de doña Cristina la confianza es tan ciega que sabemos que confió en Urdangarín cuando éste le daba a firmar los papeles del robo pero suponemos que sigue confiando en él ahora que sabemos lo que sabemos: siguen casados, hemos sabido que los abogados de ambos han coordinado la defensa de Cristina de Borbón y que ésta llevó a su marido a visitar al padre ingresado en el hospital en una de sus recientes operaciones. Confió y sigue confiando, como si no hubiera habido ninguna violación de aquella confianza. Qué ceguera tan severa.
El amor zarzuelero es ciego y como los borbones son aficionados a decir que “El Estado soy yo”, su ceguera es la ceguera del Estado. La fiscalía usó el amor de Cristina para intentar la impunidad de esta suplente a la sucesión al trono. Cuando supimos que Corinna Zu Sayn-Wittgenstein se presentaba en distintos negocios como representante del rey Juan Carlos, Izquierda Unida pidió que el gobierno informase en calidad de qué esta señora se presentaba como tal representante, si tenía remuneración por ello (en sueldo o comisiones; además del edificio público en que parece ser que reside, en El Pardo), etc. El Congreso se negó a informar al respecto porque se trataba de un asunto privado del Jefe del Estado. El amor es ciego; el amor real es ceguera estatal.
Una ceguera que asigna a los miembros de la familia NIFs especiales que nunca nadie mira en Hacienda y que por ello puede haber decenas de inmuebles asignados por error a miembros de la Familia sin que nunca haya saltado una alarma en la Agencia Tributaria. Si somos ciegos ante el amado, ¿cómo no serlo ante el amante? Amamos a nuestra familia real, confiamos en ella.
La Corona vertebra esta España y lo ha hecho dando ejemplo: la ligazón obscena con tramas de corrupción de todo tipo, la impunidad, la apropiación de lo público, el indulto como respuesta reiterada para el pobre diablo que es pillado… La Corona ha sido ejemplar: ha servido de ejemplo. La Corona es una institución tradicional, basada en la continuidad. Cristina siguió el ejemplo de tantas generaciones. Ella simplemente se confió. Ella ponía el apellido, la confianza y el tren de vida. Del resto se ocupaba Iñaki. Hizo lo que había aprendido en casa. Hizo lo que se hace en España. Es improbable que durante la preparación del interrogatorio Cristina preguntara a su abogado cómo financió aquella operación Roca de los 80. ¿Cómo se lo iba a preguntar? Sin duda, Cristina confía en su abogado.