MADRID// «Con la reforma de la ley del aborto, el Gobierno nos está diciendo que a las mujeres, pobrecitas, no las van a penalizar; es decir, que nos está diciendo que somos tontas. Y por otro lado, están llamado asesinos a los profesionales sanitarios». Así de contundente se muestra Vito Virtudes, una reconocida activista feminista que trabaja en la Clínica del Bosque. Una afirmación con la que coincide la presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas, Yolanda Besteiro, quien explica que «con una ley de plazos es la mujer quien decide; con una de supuestos son terceras personas. De ahí que el Gobierno del PP no nos considere imputables. Como no es una decisión nuestra, no nos hace penalmente responsables. Es decir, que nos equipara a los incapaces y a las menores».
El derecho de la mujer a decidir o las preocupantes consecuencias sociales y en materia de salud que puede acarrear la reforma elaborada por el Ministerio de Justicia, encabezado por Alberto Ruiz Gallardón. Estos son algunos de los motivos por que decenas de asociaciones feministas en todo el país, así como cientos de ciudadanos en representación propia, acudirán a la protesta convocada en Madrid para el próximo 1 de febrero para tratar de evitar que, finalmente, se lleve a cabo.
Esta reforma, tanto para Virtudes como para Besteiro, está motivada por una cuestión puramente ideológica. La presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas señala que «las encuestas hablan de que el 80% de los españoles entiende que no es necesaria una reforma de estas características, por lo que la rechaza, incluyendo los católicos practicantes y parte de los votantes del PP. Es decir, que es innecesaria y no demandada porque la actual ley ya resuelve este problema satisfactoriamente».
Para tratar de justificar la nueva ley del aborto, el Gobierno argumentó que la habían impulsado para reducir el número de interrupciones voluntarias del embarazo (IVE) en España. Sin embargo, según el informe anual publicado a finales del pasado año por el Ministerio de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad, en 2012 se produjo un 5% menos de abortos que en 2011. «Esto a pesar de haber dejado de subvencionar los anticonceptivos de ultima generación y de que en algunas CCAA, gobernadas por el PP sobre todo, se dejara de impartir educación sexual en los colegios e institutos», destaca Besteiro. Y prosigue: «El mejor ejemplo lo tenemos en Holanda, donde la norma es la más permisiva de Europa y, a la vez, el número de IVE es el más bajo. Una realidad que confirman los datos de la Organización Mundial de la Salud».
A esta probable ineficacia hay que sumarle el riesgo al que se expondrán muchas de las mujeres que, aunque la ley no lo permita, seguirán adelante con su intención de interrumpir el embarazo. Para Vito Virtudes, la peor consecuencia de todas las que traerá consigo la reforma, si finalmente se lleva a cabo, es que van a quedar desamparadas. «Ya sabemos que si una mujer quiere interrumpir el embarazo, lo hace, y, por tanto, va a haber muertes. Antes del año 85 morían entre 200 y 400 mujeres al año por someterse a un aborto en condiciones inseguras», explica la activista. Unas cifras que, para Besteiro, serían inasumibles en la sociedad española actual.
La reforma de Gallardón y la legislación española
Para justificar esta reforma desde un enfoque distinto al ideológico, el Gobierno ha insistido en que su norma cumple con los requisitos establecidos por el Tribunal Constitucional. Una afirmación con la que discrepa la presidenta de la Federación de Mujeres Progresistas. «En primer lugar, y de acuerdo con lo que se establece en el Código Civil, para ser considerado persona hay que tener figura humana y vivir 24 horas enteramente desprendido del seno de la madre», matiza en referencia a quienes afirman que un aborto equivale a un asesinato. «Pero es que, además, cuando el Tribunal Constitucional se pronunció con arreglo a la ley del 85, ya dijo que no había una confrontación de derechos fundamentales porque las únicas que los tenían eran las mujeres. La vida del feto es un bien digno de protección, por lo que hay que velar por él en determinados casos, pero nunca por encima de los derechos fundamentales de la madre», aclara.
Tanto ella como Virtudes se muestran indignadas al recordar que Gallardón afirmó que la reforma de la ley del aborto iba a tener un impacto positivo en la economía. » Esto es una falta de respeto –afirma Virtudes- . Es una burrada plantear que el hecho de que una mujer tenga un hijo va a mejorar la economía del país, encima con las condiciones sociales en que las que nos han dejado. Es tan ofensivo, es una atentado tal contra la inteligencia de las mujeres que no voy a responder, no se lo merece». En este sentido, Yolanda Besteiro considera que «si no es porque la situación a la que se enfrentan las mujeres es demasiado seria, sería para tomárselo a broma. Es una tomadura de pelo y creemos que con esta afirmación han frivolizado sobre todos los problemas que hay detrás de las interrupciones voluntarias de un embarazo».
Por ello, para tratar de revertir la decisión que ha tomado el Gobierno respecto al aborto voluntario y pelear por que se mantenga una ley de plazos, es por lo que acudirán a la protesta de Madrid del 1 de febrero, junto con tantos otros ciudadanos y asociaciones feministas. Besteiro asegura que, hasta que no se consigan estos objetivos, «las protestas se van a prolongar en el tiempo y, por tanto, veremos todo tipo de iniciativas y protestas callejeras por parte de los diversos colectivos. No se va a quedar solo en el acto del día 1 y del 8 sino que vamos a seguir luchando hasta que el Gobierno abandone definitivamente su intención de reformar la ley».
Por su parte, Vito Virtudes, contundente, afirma que «no sólo creo, sino que confío en que pueda paralizarse la reforma de Gallardón. Lo que acaba de ocurrir en Gamonal o con la Sanidad madrileña es un ejemplo de que cuando la gente se une, consigue lo que se propone. Pero tenemos que ser conscientes de que tenemos que salir a la calle porque es ahí donde se consigue», defiende. Virtudes, además, advierte de que «no hay peor cosa en esta vida que una feminista cabreada. Y nos han cabreado. A lo largo de la historia, las mujeres hemos demostrado que podemos cambiar las cosas pacíficamente, aun siendo las más agredidas, cuando nos violan, nos matan o nos mutilan. Y en esta ocasión también lo vamos a conseguir», sentencia.
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