La figura mediática del politólogo Pablo Iglesias ha provocado que la mayor parte de los focos se vuelvan hacia él a la hora de referirse a la candidatura Podemos, de modo que muchos de los activistas y militantes que la rodean han quedado, aunque en parte voluntariamente, eclipsados. Una de ellos es Teresa Rodríguez (Rota, 1981), responsable de participación ciudadana de la plataforma y sindicalista con una larga trayectoria de lucha social a sus espaldas.
Rodríguez comenzó su militancia política hace ya más de 15 años, en la protesta contra las bases de la OTAN en Andalucía -una de ellas situada en su mismo pueblo-, para continuar en el movimiento estudiantil y en la defensa de los derechos de los inmigrantes. Tras pasar por Izquierda Unida, bastante desencantada, ingresó en las filas de Izquierda Anticapitalista, donde milita hoy, además de ser miembro activo de la marea verde y del sindicato USTEA.
¿Por qué decidió dar el paso y formar parte de la candidatura Podemos?
Fue un proceso colectivo. Lo valoramos como una iniciativa interesante en el momento en el que estamos, en una situación de absoluta guerra social, de excepción. Y nació un proceso nuevo, ilusionante, que está siendo respaldado por los datos. Ya hay unos 50 círculos de Podemos, de espacios en las redes sociales para generar asambleas constituyentes, en todo el Estado español y el extranjero. Y hoy por hoy llevamos más de 83.000 firmas recogidas. Esto corresponde tanto al proceso de removilización que estamos viviendo desde el 15-M como a una cosa más antigua, que es la desafección por los procesos colectivos y sus organizaciones tradicionales y la aparición de nuevos sujetos. La iniciativa parece que está respondiendo de momento a las expectativas. Ahora toca que nos pongamos a escuchar, a debatir y a elaborar un programa y unos procesos de participación que respondan a las expectativas que se han generado a nivel mediático, que es la parte más complicada.
En la presentación de la candidatura en Madrid, usted afirmó que la lucha en las calles estaba consiguiendo “victorias parciales y débiles” y que había que generar “ilusiones nuevas”. ¿Hay mucho de marketing en la política actual?
Hoy por hoy, en la sociedad del espectáculo en la que vivimos, efectivamente la política tiene mucho que ver con el marketing, pero yo hacía referencia más bien a procesos no sólo electorales, que están muy mediatizados, sino a la necesidad de agrupar las luchas parciales que se dan. Soy activista social desde el año 98, con el movimiento antiglobalización, y he vivido muchos repuntes, pero hoy estamos en una situación que tiene condiciones objetivas particulares, como es esta fuerte crisis.
Día a día vivo con gente que pelea por cosas concretas, que tienen que ver con el empleo, con los desahucios, con los despidos, con los ataques al medio ambiente o con los derechos de las mujeres pero que, cuando consiguen victorias, éstas son débiles y fugaces. No hay un planteamiento global, una necesidad de unificar todas las luchas, de hacer un tsunami de todas las mareas que hemos intentado siempre podenciar.
También desde el punto de vista político hay necesidad de generar propuestas a contraataque, que no sólo sean la defensa de los derechos que nos quedan, sino de plantear otra manera de salir de esta crisis. Básicamente se trata de animar a la gente de los movimientos sociales y de resistencia en todos los espacios a participar en política y a hablar de qué modelo de sociedad queremos construir juntos para intentar convencer a la mayoría social que debería ser la beneficiaria de esos cambios profundos que se pueden y se deben dar.
Se le suele echar en cara a Podemos que no es un proyecto creado desde la base. Hay iniciativas que sí están trabajando desde hace tiempo en este sentido, como son el Frente Cívico, Alternativas desde Abajo o el Procés Constituent. ¿Por qué no se ha intentado trabajar desde esos colectivos?
Creo que estamos en un momento de experimentar y que hay que ser valientes y audaces. Para mí, Pablo Iglesias, en este caso, en la rueda de prensa de presentación lo expresó con bastante honestidad. Se ha hecho de esta manera como fruto de las debilidades de los procesos que estamos intentando construir a paso de hormiguita desde hace años. Todos estos procesos desde abajo, que son fundamentales y que hay que tener en cuenta, son un poco el esqueleto de lo que pudiera ser Podemos, y hay que cargarlo de músculo, y éste no sabemos muy bien de dónde viene. No tenemos claro qué es lo que activa la fibra muscular del movimiento para hacerse fuerte y grande.
En este caso, decía Pablo que fruto de las debilidades de las organizaciones de la izquierda tradicional y de todos sus procesos de confluencia, que tienen años, surge la necesidad de generar desde arriba una luz y un mensaje de esperanza, de que se puede unificar todo, de momento en torno a un discurso mediático. Que ahora, ya digo, viene el momento duro pero también ilusionante y bonito de construirlo por abajo.
En definitiva, consideran que a nivel de base la cosa está estancada.
Es un poco como las resistencias sociales; se dan en espacios muy concretos, se ven poco entre sí, se coordinan de forma muy precaria. Lo mismo ocurrió con el propio 15-M, que era capaz de generar por abajo un movimiento absolutamente masivo pero luego era incapaz de coordinarse a nivel estatal. Las coordinaciones eran siempre complejas y difíciles, fruto también de la desconfianza que se ha generado durante muchos años hacia los procesos colectivos. Y bueno, si damos con la tecla en esta ocasión, seguramente será por un proceso de ensayo-error, pero parece que, de momento, al menos las expectativas nos dicen que vamos por el buen camino.
¿Por qué cree que IU no es capaz de asumir de momento ese papel aglutinador?
Desde mi punto de vista, las expectativas electorales de cara a los próximos procesos les hace considerar que son autosuficientes. Además, creo que hay una cierta falta de generosidad a la hora de visualizar en qué momento nos encontramos, que es un momento en que la gente, además de luchar en la calle, tiene ganas de participar en política, más allá de las estructuras que ya se le daban o más allá de ser la comparsa de algo que ya está creado.
En cuanto a su labor de responsable de participación ciudadana, ¿qué se está haciendo?
Afortunadamente de momento la cosa va casi sola. Se están generando los círculos, esos círculos van a dar lugar a asambleas constituyentes, éstas irán tomando decisiones que tienen que ver tanto con el programa como con la candidatura. Y mucho trabajo se está llevando a cabo desde el punto de vista técnico, de las herramientas informáticas con las que contamos. El programa participativo se hará a partir de una wiki.
Y bueno, nos dimos hasta el 8 de febrero para recoger las firmas y el proceso va mucho más adelantado de lo que esperábamos. Poco a poco, cuando la cosa esté más consolidada por abajo, con los círculos que se generen ya de forma efectiva, empezaremos a coordinar la toma de decisión colectiva sobre programas y candidaturas.
Defienden que Podemos no es un partido, pero con esta creación de los círculos se está generando también una especie de militancia. Al final, ¿acabarán transformando la estructura en un partido?
La verdad es que, de momento, no está escrito el final de la historia. Estaremos generando este proceso hasta las elecciones europeas y entre todos decidiremos si efectivamente queremos presentar esta candidatura. Después ya veremos. Las expectativas y el punto de partida no era ni un partido ni un frente de partidos, sino generar un proceso y después con lo que nos quede entre todos ver qué hacemos, ver con quién podemos contar.
Nuestro objetivo es un movimiento más amplio. Por eso la fórmula de partido no respondía a este modelo. Primero es un método, un proceso de participación y debate político de la gente que lucha y no encuentra en la oferta de las organizaciones existentes su espacio de participación, y luego ya decidiremos qué hacemos con el proyecto. Si este proceso tiene una característica indiscutible es que es abierto.
Otra de las críticas más frecuentes es que Podemos estaría basado en un excesivo personalismo entorno a la figura de Pablo Iglesias como figura. ¿Usted lo cree así?
Insisto en las declaraciones bastante honestas de Pablo diciendo que el proceso se abre en torno a una persona por la propia debilidad de la organizaciones ya existentes. Si algo debemos ser los que formamos parte de este proceso, es honestos y sinceros. Efectivamente, es un proceso que no responde a la forma idílica en la que hubiéramos pensado en construir un proceso de convergencia, que hubiera sido desde abajo, con las luchas sociales coordinándose entre sí y empezando a preocuparse por los problemas y las luchas de los demás, para después dar un salto a lo político. Para mí eso habría sido el itinerario perfecto.
No ha sido así la historia porque partimos de una debilidad fuerte tanto en el campo de lo social como en el campo de lo político. Si es abriendo el proceso de esta manera como se conforman iniciativas nuevas e ilusionantes, y que puedan de alguna manera generar mayorías sociales nuevas, bienvenido sea. En este caso, hay que agradecer a Pablo Iglesias esa iniciativa, esa generosidad a la hora de prestarse.
Podemos le ha tirado el guante a IU para confluir en listas abiertas pero la reacción de su coordinador federal, Cayo Lara, ha sido bastante fría. ¿Cómo valora usted la respuesta de IU?
No hemos hecho todavía una valoración colectiva de los posicionamientos de IU. A mí personalmente no me extraña nada. Desde mi punto de vista, tiene que ver con sus propias dinámicas internas desde hace muchísimos años, donde se toman decisiones en espacios concretos. Por otro lado, están las altas expectativas de votos que tienen para los procesos que vienen.
Me hubiera extrañado y alegrado un cambio de dinámica, pero no sólo en lo que tiene que ver en la participación de la configuración de las candidaturas, sobre listas abiertas o no. El debate no está sólo ahí, sino en delimitar una estrategia que responda al momento para que de verdad sea creíble lo que decía Alberto Garzón en el documento que han presentado por una revolución democrática y social, para romper de una vez con el bipartidismo y con el Régimen del 78.
Para ser creíble diciendo eso, uno tiene que poder decir que no colabora ni apuntala el bipartidismo en ninguna de sus versiones. Yo, particularmente, vivo en una Comunidad Autónoma, en Andalucía, donde eso no se ve en lo concreto. En los momentos en los que menos cosas tenemos que conseguir a través de las instituciones y de la negociación, en momentos de austeridad incuestionable y de recortes, es el momento en el que de verdad estas fuerzas que deberían presentar una alternativa están adquiriendo más espacios de gestión de la austeridad.
Por eso, entendemos que hay una contradicción importante que deben solventar. Yo personalmente siempre animo a la gente de IU que conozco a ponerse a luchar a este lado de la barricada. Hay que ser honesto cuando se dice que se enfrenta uno a la austeridad y todo tipo de recortes, mientras se colabora con las fuerzas del régimen, con el bipartidismo del 78.
Por otro lado, hay una lucha interna dentro de IU para cambiarla. ¿Se han planteado en algún momento entrar en la federación para cambiarla desde dentro?
En mi caso, igual que en el de muchos de los que forman parte de este proceso, ya he tenido esta experiencia y en los momentos en los que vivimos, tan duros, la gente tiene cosas más urgentes que hacer que intentar cambiar la estructura de una organización que difícilmente es modificable. Hay que parar desahucios, impedir despidos, luchar contra recortes. Me parece más urgente que intentar cambiar las estructuras de partidos y no estar dando respuesta a esto.