BURGOS // «Están intentando criminalizarnos pero no lo van a conseguir». El grito, pronunciado en la asamblea celebrada este lunes en el barrio burgalés de Gamonal, resumía el sentir de gran parte de los vecinos que llevan días manifestándose contra la construcción de un bulevar en la zona.
La prensa de todo el país, e incluso internacional, ha girado de pronto sus focos hacia esta pequeña zona obrera tras los disturbios ocurridos este fin de semana, pese a que la comunidad llevaba meses manifestándose contra la obra. Y se ha afirmado de todo: desde que se han quemado coches de particulares hasta que hay infiltrados que, desde todo el país, han acudido a Burgos con la única intención de protagonizar actos violentos.
Los manifestantes, por su parte, quieren combatir estas «manipulaciones». «Somos pacíficos, la violencia no viene de nosotros, sino de otro lado», defendía uno de los vecinos en la asamblea, entre el aplauso de los suyos. Algo más lejos, una chica sostenía un cartel en el que se leía «No quiero bulevar ni violencia».
Lo cierto es que algunos jóvenes protagonizaron disturbios a lo largo del fin de semana, que acabaron con la quema de contenedores, así como el ataque a sucursales bancarias del barrio. «Siempre que han pasado cosas como esa ha habido primero una carga policial, y nunca se ha atacado negocios privados pequeños, sino bancos», se excusaba uno de ellos.
No sólo los jóvenes justifican estos actos -«nunca contra las personas», matizan- y el hecho de que, tras meses de manifestaciones, la prensa no se haya hecho eco hasta ahora del fondo de la lucha de estos vecinos, parece darles la razón. Este lunes, la situación volvió a estallar cuando un grupo prendió fuego a una caseta donde se guarda el material para las obras.
A partir de ese momento, la policía llevó a cabo varias cargas y detenciones alrededor de la calle de Vitoria, arteria principal de Gamonal y «zona cero» de la protesta. Muchos vecinos, como en las noches anteriores, denunciaron que la actuación policial se estaba desarrollando de forma indiscriminada.
«La calle es de Burgos»
Sin embargo, más allá de estos episodios aislados, la mayoría de los vecinos de Gamonal que han salido a la calle a protestar lo ha hecho de forma pacífica. Ayer, miles de personas volvieron a recorrer el centro de Burgos hasta llegar a la comisaría de policía, donde pidieron la absolución de los detenidos.
Desde familias con hijos hasta jubilados, los manifestantes, armados con cacerolas y pancartas, han pedido la dimisión del alcalde, entre gritos como «Somos vecinos, no somos asesinos» o «La calle es de Burgos, no Burgos de Lacalle», en alusión al alcalde, Javier Lacalle (PP).
Al llegar a la comisaría, una doble fila de antidisturbios impidió a los vecinos llegar al edificio. Allí se vivieron algunos momentos de tensión que no acabaron en choques ni cargas. «Luego dicen que hay violentos infiltrados que han venido de fuera. Pues bien, es cierto, aquí están», gritaba un manifestante en alusión a los antidisturbios, movilizados por Interior desde otros puntos del país para mantener al protesta bajo control.
Todo un día de guardia
La temperatura en Burgos se acercó a los cero grados, pero los vecinos del barrio hicieron guardia durante todo el día, en medio de la calzada, para evitar que las máquinas continuasen las obras de construcción del bulevar.
Por turnos, en todo momento permanecieron cortando la calle Vitoria entre medio y un centenar de personas, desde jóvenes estudiantes hasta jubilados, mientras la policía observaba de lejos la protesta, sin intervenir.
Los vecinos no saben si lograrán paralizar la construcción del Bulevar pero tienen claro que aún hay ganas de seguir luchando. «Estamos sintiendo la solidaridad de Burgos y del país. Hoy, los estudiantes de la ciudad han convocado huelga general hasta que no se paralicen las obras», clamaba uno de los organizadores ante los gritos y aplausos de los concurrentes a la asamblea.
De momento, las protestas continuarán. Decenas de vecinos han madrugado para tratar de paralizar un día más las obras del bulevar y, por la tarde, se ha vuelto a convocar una manifestación para seguir mandando un mensaje al alcalde: antes la implantación de necesarias políticas sociales en un barrio azotado por el paro que un bulevar de ocho millones de euros.