Los socios/as escriben

¿A quién pertenece el cuerpo de las mujeres?

¿Les pertenece a ellas mismas, como sujetos que son? ¿Pertenece sus parejas? ¿Pertenece a su familia, a la sociedad? ¿Son entonces realmente sujetos, y sujetos de derecho las mujeres, o son sólo objetos y objetos para otros?

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Comentarios
  1. El señoro opina… Ja, ja.

    Algunos, no sé si es que insisten en hacerse los tontos o en serio lo son. Es que parece que no están fingiendo. ?

  2. Escriben muy bien sin duda, con un pleno domino del lenguaje español, pero a pesar de ello son personas llenas de prejuicios que solo escriben y no son capaces de tomar acciones verdaderas

  3. Me ha gustado el artículo, pero me asombra, -una vez más-, el alejamiento del sujeto del mismo, de las responsabilidades que le corresponden precisamente por ser sujeto y primera persona de aquello que se trata.

    Una vez más se localiza al “malo de la película”, y se le hace culpable de todo lo habido y por haber: el malo de la película es el señor “SE”.

    “SE” utiliza la imagen del cuerpo de la mujer como reclamo publicitario…
    “SE” le hace objeto del deseo…
    “SE” trafica con ellas como con una mercancía.
    “SE” las explota económicamente
    “SE” las obliga a gestar, a parir y tener hijos…

    Es decir, ese personaje, el señor “SE” es un cabronazo que está haciendo un daño colosal al género femenino, absolutamente inocente de todo lo que suponen todos esos desdoros de su imagen y de todos los sufrimientos de su género en nuestra sociedad.

    Pero es el caso que, si se nos ocurre mirar los rostros torturados de las protagonistas de este guión, buscando en esos rostros los signos de tanto disparate, no vemos en ellos esos signos evidentes. Compremos un HOLA, o cualquier producto mediático de VANITY; miremos todos los carteles publicitarios buscando al sujeto de ese sufrimiento, buscando algún signo visible de la tortura. No lo encontraremos. Lo que veremos son caras bonitas, cuerpos esculturales y signos evidentes de que esa mercancía no está ahí secuestrada ni coaccionada, sino formando parte de un entramado comercial y social, del que también son sujetos activos y participantes.

    ¿Qué ocurriría si todas las mujeres-imagen que facilitan todo ese comercio y dan base al contenido del artículo, se negaran a participar y a ser cómplices de todo ese negocio mediático y social?.

    Mientras la mujer siga culpando “al otro”, a los demás y a la sociedad, de todos los males que aquejan al género femenino, poca, mala, o ninguna solución va a tener todo ese compendio de agravios que se relatan todos los días en los foros feministas.

    La mujer, la mujer en general, todas las mujeres, y no solo la articulista culta y erudita, son las que han de tomar el mando en defensa de sus derechos y de sus intereses, comenzando por concienciar a todas las mujeres, participes de esos negocios y de esas tramas, para que dejen de ser sujetos, cómplices y participes de los mismos, aunque eso les suponga dejar de percibir esas cantidades de dinero que hoy les motivan a adoptar ese papel y a que se cuestione incluso la certeza de que ellas son protagonistas de su propia vida y de su propia historia.

    De no ser así, creo que vamos a tener que leer muchísimos capítulos más, denunciando la culpabilidad del señor “SE”.

    • Respondiendo a «Parabellum»
      Anónimo lector o lectora de mi artículo. El sujeto de las afirmaciones que sostengo en el mencionado texto aparece al comienzo de su 4º párrafo, es lo que denomino el «pensamiento dominante» o, lo que es lo mismo, la cosmovisión imperante en la que cada momento histórico se halla inmerso. Cosmovisión que, en lo que hace referencia a la mujer, parece mantener unas constantes a lo largo de la Historia y en gran parte de las culturas conocidas.Algunas de las claves de esta cosmovisión, en lo que atañe a la mujer en la cultura occidental, las doy -de modo muy sucinto- en otro artículo mío que apareció recientemente en La Marea: «La vergüenza de ser mujer». Es precisamente el modo de ver a la mujer que allí señalo lo que permite, y hasta propicia, el desplazamiento de toda culpa o responsabilidad sobre la situación de la mujer hacia ella misma. Te recomiendo su lectura.
      Un saludo
      Amparo Ariño

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