“Matarte a ti o a todos los d [sic] tu calaña nos va a salir igual d [sic] caro! Igual no va a ser tan malo… payaso”. Este tuit fue enviado el pasado 21 de octubre al diputado de Izquierda Unida Alberto Garzón. El responsable: un militante de Nuevas Generaciones del Partido Popular. El motivo: no estar de acuerdo con las opiniones de diputado malagueño sobre la ‘doctrina Parot’.
El miembro de Nuevas Generaciones es Jaime A. Mora y, aunque pidió perdón y cerró su cuenta de Twitter, las juventudes conservadoras decidieron expulsarle de la militancia en Madrid.
Jaime es la última de las ‘pulgas’ que le han ido saliendo en los últimos meses a Mariano Rajoy en su propio partido. Personas que se salen del discurso oficial, generalmente expresando opiniones del ala más radical del partido o que, están vinculadas a la corrupción y que desde el PP se ha decidido soltar lastre.
En este último caso la figura más destacada es la del polémico Luís Bárcenas. El extesorero fue despedido e indemnizado “en diferido” por Rajoy y Arenas como explicó la secretaria general del partido Dolores de Cospedal. Finalmente, el PP tuvo que verse obligado a despedirle (una vez se publicaron sus papeles) aunque desde que se anunció su cese mantenía el despacho en la sede de Génova.
Bárcenas es una de las ‘pulgas’ con más lustre de las que se ha tenido que desprender el partido. De hecho, prácticamente la única, sin contar con Rafael Blasco, diputado autonómico en Les Corts Valencianes y al que se le obligó a dejar el grupo parlamentario.
Blasco está imputado por un caso de corrupción que investiga el desvío de fondos públicos destinados a la cooperación. Hasta la misma Abogacía de la Generalitat Valenciana pide para él once años de prisión. Mientras tanto, él permanece en el grupo mixto y votando junto a sus ¿ex?compañeros de grupo parlamentario.
Otros tres casos de expulsión o dimisión son el de los concejales José Fernando Gómez, expulsado por pedir la dimisión de la delegada del gobierno al no estar de acuerdo con los derribos de un asentamiento costero en la isla de Tenerife y el del concejal de Oliva de la Frontera (Badajoz), José Luís Torrente, al que se le dio de baja el pasado mes de abril por criticar la política económica de Mariano Rajoy.
Pero no solo los concejales, también sus parejas han sido expulsadas del partido por actitudes como las de Jorge Abad, compañero sentimental de Vanesa Guzón, concejala del PP en Palencia. Jorge fue dado de baja como militante de las Nuevas Generaciones tras intentar agredir, en un pleno, a varios concejales de la oposición y a miembros de la Plataforma de Afectados por las Hipotecas (PAH). Pidió perdón y se dio, o le dieron, de baja.
Twitter lo carga el diablo
Mención aparte merece el subcomisionado de la Marca España, Juan Carlos Gafo, quien acabó su carrera en este organismo al publicar en Twitter la siguiente frase: “Catalanes de mierda. No se merecen nada”. Esta era su contestación a las pitadas del público al himno español durante la inauguración de los mundiales de natación.
Su idea fue secundada por el alcalde de Callosa del Segura (Alicante), Francisco J. Pérez Triguero, quien anotó en Facebook: “¡Que les den la puñetera independencia a estos mierdas ya y nos dejen tranquilos!”. El subcomisionado tuvo que dimitir, pero Pérez Triguero no hizo ni el amago.
Y es que las redes sociales ya se sabe… Y sino que se lo digan a los miembros de Nuevas Generaciones en el País Valenciano y a su pasión por fotografiarse con banderas franquistas y símbolos de la Dictadura.
Sus “chiquilladas” como las calificaron varios dirigentes conservadores se han salado únicamente con un expediente informativo a cuatro de los jóvenes que se vanagloriaban de aparecer con signos fascistas y preconstitucionales.
Los protagonistas de estas chiquilladas son Xesco Sáez y Jorge Roca, ambos de Xàtiva que aparecen haciendo el saludo fascista y junto a una bandera preconstitucional; Dani Terrades, secretario general de las juventudes en Gandia haciendo el saludo fascista y Carmen Melissa, concejal de Canals, que aparece junto a una bandera de España con el escudo franquista.
El ejemplo valenciano también cundió en Burgos donde Mario Laso, edil de Catil de Peones, posó junto a dos compañeros de Nuevas Generaciones con un llavero que tenía el llavero franquista. Las juventudes conservadores decidieron expulsarle de la organización.
Quien no recibió ningún tipo de sanción fue José Manuel Molins, presidente de Nuevas Generaciones del PP en Burjassot, quien vinculó la muerte del joven antifascista, Guillem Agulló a «una reyerta con armas blancas”. Guillem Agulló fue acuchillado varias veces y no llevaba navaja. Molins, pidió perdón y cerró su cuenta de Twitter. Un clásico en estos casos.
