El monstruo que deja caer migas

Hemos conseguido contactar con uno de los trabajadores y lo tenemos al teléfono, anunciaba el locutor. Lo llamaremos Miguel para preservar su identidad y escucharán su voz distorsionada, ya que así nos lo ha pedido. Buenas tardes, Miguel. Buenas tardes, respondía el falso Miguel con voz metálica y temblorosa. ¿Cuánto tiempo lleva trabajando para la empresa? Es el primer mes para todos los que hemos entrado. ¿Y qué ha pasado con la nómina?

El joven contaba en la radio que era titulado en Arte, como muchos de sus compañeros, que después de varios años en el paro acababa de aliviar la lista del INEM siendo contratado como vigilante de seguridad en el Centro Pompidou de Málaga, museo de gestión pública inaugurado por Rajoy y el alcalde de la ciudad hace unas semanas, y que su sueldo era de 467 euros al mes, esto es, 3’95 euros la hora. Y este mes ni eso: por un fallo informático de la empresa a la hora de emitir los pagos, su primera nómina, como las otras 56 de sus compañeros, ha sido de 227 euros, se quejaba con voz de GPS Miguel. El Ayuntamiento, titular de la gestión del museo, se lava las manos, contaba, “qué más les da, para eso nos han contratado mediante la ETT, si quieres lo coges y si no lo dejas, que habrá muchos otros que lo querrán”. A pesar del cabreo y la queja, en el metalizado Miguel mandaba el miedo. El tema laboral está complicado, decía, y sí, me preocupa que en la empresa me reconozcan, tomen represalias y me quede sin mi contrato de menos de 4 euros la hora, acababa su distorsionada intervención.

El monstruo al que le damos trigo y deja caer migas de pan está enfermo. Hostia, ¿qué hacemos? ¿Nos ponemos nosotros a preparar barras de pan? ¿Y si nos equivocamos y no sabemos hacerlo? Es verdad, vamos a esperar a ver si… Mira, el monstruo va a hablar, atento. Dice que le demos el trigo que nos queda. Será a cambio de migas, espero. No, esta vez lo quiere gratis, dice que necesita mucho pan para recuperarse, que está enfermo porque nos ha soltado demasiadas migas. ¿Demasiadas migas? Será cabrón el gordo… ¡Shhh! Calla y escucha: el monstruo promete que cuando esté bien de nuevo, volverá a gotear algo. ¿Algo cuánto será? Imagino que menos migas que hasta ahora, si dice que ha enfermado porque ha soltado demasiadas no nos va a dar ahora más… Menudo hijo de p… Vaya plan, ¿no? Ya te digo. ¿Qué hacemos, le damos el trigo o esperamos a ver? Ya se ha servido él mismo, acabo de verlo cogiendo lo que nos quedaba, estamos sin trigo. No jodas. Sí, jodo. ¿Y ahora qué? Pues a esperar a que se recupere. Ojalá se recupere pronto. Ojalá. Ojalá no tarde mucho, Ojalá. Ya tiene mejor cara, ¿no? Sí, puede ser. Yo ya voy teniendo hambre. Y yo. Si cae una miga, para mí. No, para mí, que tú estás más gordo. ¿Yo gordo, barrigón? Bueno, para el primero que la coja. Dios, qué hambre.

Entre los jóvenes mileuristas y los no tan jóvenes que se distorsionan la voz por 3’95 migas la hora ha pasado muy poco tiempo. Como espectadores de lujo invitados a la primera fila que hemos sido, quedaría feo no tener el detalle y reconocer públicamente que la crisis les ha quedado estupenda.