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Cayo Lara ve cuestionado su liderazgo ante el empuje de Alberto Garzón

El Consejo Político Federal de IU ha aprobado un informe que evidencia la renovación de la coalición

Comentarios
  1. Una de las garantías para conformar un bloque político-social capaz de crear una alternativa política que acabe con la alternancia de los partidos del bipartidismo de la Transición, es que seamos capaces de hacer confluir los viejos movimientos sociales con los nuevos, las viejas generaciones de luchadores contra el franquismo que se han mantenido alejados de la podredumbre del actual régimen, con las nuevas generaciones que han emergido sobre todo contra la contrarrevolución conservadora que tuvo su momento culminante con la reforma exprés del articulo 135 de la Constitución que certificaba el fin de las conquistas, débiles pero reales del Estado del Bienestar. Unamos y no dividamos. Salud y República

  2. El titular me parece algo tendencioso. En realidad si Alberto Garzón ha sido elegido para esta tarea es porque Lara le cede el testigo. Si Lara no quisiera no estaría ahí. El titular (y en parte el texto, pero menos) da la sensación de que a Cayo Lara se le escapa el poder de las manos, en vez de llegar a un punto tras una reflexión, en el que piensa que es mejor dar paso a caras nuevas. Un titular mejor sería
    «Cayo Lara cede liderazgo a Alberto Garzón».

  3. Da la sensación de que los debates de IU son sistemáticamente elevados a la categoría de disputas irreconciliables y amenazas de ruptura por los periodistas. Y este parece ser un caso más, en el que tengo la sensación que se anima a los discrepantes «al agravio» y se trasmite a la opinión pública la imagen de unos «reinos de taifas» incontrolables.
    Luego, curiosamente, la realidad suele ser que finalmente se pone en práctica aquello que, con mayor o menor acierto, y con mayor o menor consenso, se acordó.
    Aunque estoy contento de tener a mi disposición medios como Infolibre, eldiario.es, la Marea o Público, me gustaría que hicieran gala de una mayor distancia y no se metieran a apadrinar a nadie, ni mucho menos a soplar en las brasas de la discrepancia para convertirlas en las llamas de la división.
    Ni es ético, ni termina bien para nadie. (Salvo para quienes hoy, por mérito propio, están siendo abandonados y despreciados por la ciudadanía).
    Añado que la narración que hace hoy aquí Antonio Maestre, da la sensación de ser bastante más objetiva que las de algunos de sus colegas. (sobre todo, la de Infolibre).

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