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Como otras entidades nacionales jóvenes, Israel tiene una gran necesidad de autoafirmación. Respecto a la presencia de símbolos nacionales, era realmente enorme la cantidad de banderas israelíes que colgaba de balcones y ventanas, comparable, salvando las distancias, a la presencia de estelades en Cataluña en esta época de efervescencia independentista.
Otro aspecto de la construcción de la identidad nacional israelí que también me causó un fuerte rechazo es la fuerte militarización de la sociedad israelí. Ejemplos había muchos. Quizás una de los más llamativos es la gran cantidad de gente joven alrededor de los 18 años, vestida de militar, en los trenes, a menudo con fusil automático, en trayecto de casa al cuartel o viceversa.
También recuerdo la conversación con Guy, un amigo israelí, de una ideología moderada y hasta cierto punto progresista y muy interesado en otras culturas. Él recordaba su servicio militar con gran afecto y como un momento muy especial en la conformación de su identidad nacional. Era un periodo en el que había podido servir a suya patria y se había relacionado con gente de diferentes orígenes geográficos y socioeconómicos, lo cual le había enriquecido. Al mismo tiempo, le costaba entender el rechazo que sentía por las armas.
Asimismo me sorprendió la presencia de un museo militar en Israel en una de las zonas principales de paseo de Tel Aviv, junto a la antigua estación de tren.
Para nuestra vergüenza, nuestras administraciones son desgraciadamente buenos clientes de la industria militar y de seguridad israelí:
https://www.lamarea.com/2014/02/23/espana-se-rinde-al-sello-probado-en-combate-del-armamento-y-la-formacion-militar-israeli/
https://www.youtube.com/watch?v=YPrNmGcIFpY
https://www.lamarea.com/2014/03/02/homeland-security-la-seguridad-ciudadana-como-negocio/
El gran dilema
El escritor de origen cristiano libanés Amin Maalouf pone en boca de un personaje suyo (de origen libanés judío) del libro Los Desorientados el gran dilema ético con el pueblo israelí: la solución definitiva al rechazo histórico sufrido por las comunidades judías se ha basado en la construcción de un estado mediante la expulsión y opresión de millones de personas y de los derechos más elementales de estas personas. Además, la sociedad israelí presenta un racismo importante no sólo hacia el pueblo palestino, sino incluso entre los mismos judíos, en función de su origen.
No creo que el legítimo derecho de una comunidad a vivir en paz se pueda basar en la limpieza étnica y el racismo. Tiene que haber otras alternativas.
Me gustaría creer en la solución propuesta por diferentes fuerzas progresistas palestinas: un único estado con igualdad de ciudadanía independientemente del origen religioso, cultural y geográfico. Esta solución no parece tener apoyo ni en la mayoría de la población palestina ni, mucho menos, en la población judía. Otra opción podría ser la división en dos estados a cambio de la paz, que es lo que se está negociando eternamente desde los 90; aquí el quid es qué territorios se quedaría cada comunidad. En cualquier caso, las diferentes propuestas barajadas otorgan una clara ventaja geográfica a Israel.
De hecho, el aumento progresivo de las personas que viven en colonias y de las familias ultraortodoxas aleja cualquiera de estas soluciones; tampoco ayuda la apuesta de una parte de la sociedad palestina por Hamas como alternativa “honesta” al corrupto Al-Fatah.
Además, el dolor causado mutuamente por ambas comunidades, del cual considero que la potencia imperialista es más responsable, dificulta más aún cualquier solución. Desgraciadamente, el dolor continúa creciendo. Y, además, hay aspectos que probablemente no se pudieran resolver de ninguna de las maneras, como la cuestión de los refugiados palestinos internos y externos.
Otro elemento a tener en cuenta es la debilidad del estado de Israel. Un ejemplo es la progresiva pérdida de derechos sociales por gran parte de la población israelí con la implementación progresiva de políticas neoliberales, en un estado fundado básicamente por un sionismo de cariz socialdemócrata.
Israel tiene tres grandes cargas económicas por las que lo considero débil: La clara enemistad del países vecinos y de una parte importante de la propia población, que le obligan a una inversión constante y enorme en seguridad y ejército es una.
Otro lastre importante es el aumento constante de las colonias en los territorios ocupados, que obliga a una inversión muy grande en personal y en infraestructuras, principalmente de seguridad, como por ejemplo el muro.
El otro gran impedimento económico del estado de Israel son los privilegios de la población ultraortodoxa, cuyos hombres reciben un salario del estado y se reproducen como conejos, sin tener algunos de los deberes del resto de la población, como por ejemplo gran parte de los deberes militares.
Más allá del indudable desarrollo de la industria israelí en muchos campos que en parte requieren alta tecnología e innovación, el estado de Israel se mantiene en parte por la acumulación de los recursos naturales de la región (como el agua del Golán) y también parcialmente gracias al apoyo de la comunidad judía internacional y de sus aliados gubernamentales de EEUU y Europa. Respecto al apoyo de la comunidad judía internacional, me sorprendió mucho ver bienes públicos, como por ejemplo ambulancias, en los cuales constaba que habían sentado pagados por personas residentes en Londres, por ejemplo.
Sin embargo, esta necesidad del apoyo internacional para la supervivencia del actual modelo de estado israelí les hace muy vulnerables. Por eso considero que las campañas de desinversión y boicot a los productos israelíes son potencialmente de gran fuerza como forma de presionar al gobierno y la sociedad israelíes hacia un proceso del tipo que tuvo lugar en Sudáfrica. Tenemos que crear un escenario que haga reflexionar a la mayoría de la población israelí que la actual situación de apartheid no los conviene. Porque las alternativas son la perpetuación de una situación cada vez peor para gran parte de la población palestina con violencia intermitente por ambas partes o una guerra de destrucción total del enemigo. Y, desgraciadamente, la opción de la guerra de destrucción total estaba en boca de muchas personas palestinas con quienes hablamos, no como deseo sino como escenario probable a medio o largo plazo.
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Com altres entitats nacionals joves, Israel té una gran necessitat d’autoafirmació. Respecte a la presència de símbols nacionals, era realment enorme la quantitat de banderes israelianes que penjava de balcons i finestres, comparable, salvant les distàncies, a la presència d’estelades a Catalunya en esta època d’efervescència independentista.
Un altre aspecte de la construcció de la identitat nacional israeliana que també em causava un fort rebuig és la forta militarització de la societat israeliana. Exemples n’hi havia molts. Potser una dels més cridaners és la gran quantitat de gent jove al voltant dels 18 anys, vestida de militar, als trens, sovint amb fusell automàtic, en trajecte de casa a la caserna o viceversa.
També recorde la conversa amb Guy, un amic israelià, d’una ideologia moderada i fins a cert punt progressista i molt interessat en altres cultures. Ell recordava el seu servei militar amb gran afecte i com a un període molt especial en la conformació de la seva identitat nacional. Era un temps en el qual havia pogut servir la seua pàtria i s’havia relacionat amb gent de diferents orígens geogràfics i socioeconòmics, la qual cosa li havia enriquit. Al mateix temps, li costava entendre el rebuig que jo sentia per les armes.
Així mateix, em sorprengué la presència d’un museu militar a Israel en una de les zones principals de passeig de Tel Aviv, al costat de l’antiga estació de tren.
Per a vergonya nostra, les nostres administracions són malauradament bons clients de la indústria militar i de seguretat israeliana:
https://www.lamarea.com/2014/02/23/espana-se-rinde-al-sello-probado-en-combate-del-armamento-y-la-formacion-militar-israeli/
https://www.youtube.com/watch?v=YPrNmGcIFpY
https://www.lamarea.com/2014/03/02/homeland-security-la-seguridad-ciudadana-como-negocio/
El gran dilema
L’escriptor d’origen cristià libanés Amin Maalouf posa en boca d’un personatge seu (d’origen libanès jueu) del llibre Les Désorientés el gran dilema ètic amb el poble israelià: la solució definitiva al rebuig històric patit per les comunitats jueves s’ha basat en la construcció d’un estat mitjançant l’expulsió i opressió de milions de persones i dels drets més elementals d’estes persones. A més, la societat israeliana presenta un racisme important no sols cap al poble palestí, sinó fins i tot entre els mateixos jueus, en funció del seu origen.
No crec que el legítim dret d’una comunitat a viure en pau es puga basar en la neteja ètnica i el racisme. Ha d’haver-hi altres alternatives.
M’agradaria creure en la solució proposada per diferents forces progressistes palestines: un únic estat amb igualtat de ciutadania independentment de l’origen religiós, cultural i geogràfic. Esta solució no pareix tindre suport ni en la majoria de la població palestina ni, molt menys, en la població jueva. Una altra opció podria ser la divisió en dos estats a canvi de la pau, que és el que s’està negociant eternament des dels 90; aquí el quid és quins territoris es quedaria cada comunitat. En qualsevol cas, les diferents propostes barrejades atorguen un clar avantatge geogràfic a Israel.
De fet, l’augment progressiu de les persones que viuen en colònies i de les famílies ultraortodoxes allunya qualsevol d’aquestes solucions; tampoc ajuda l’aposta d’una part de la societat palestina per Hamas com a alternativa “honesta” al corrupte Al-Fatah.
A més, el dolor causat mútuament per ambdues comunitats, del qual considere que la potència imperialista és més responsable, dificulta més encara esta solució. Malauradament, el dolor continua creixent. I, a més, hi ha aspectes que probablement no es pogueren resoldre de cap de les maneres, com la qüestió dels refugiats palestins interns i externs.
Un altre element a tindre en compte és la feblesa de l’estat d’Israel. Un exemple n’és la progressiva pèrdua de drets socials per gran part de la població israeliana amb la implementació progressiva de polítiques neoliberals, en un estat fundat bàsicament per un sionisme de caire socialdemòcrata.
Israel té tres grans càrregues econòmiques pels quals el considere feble: La clara enemistat del països veïns i d’una part important de la pròpia població, que li obliguen a una inversió constant i enorme en seguretat i exèrcit n’és una.
Un altre pes important és l’augment constant de les colònies en els territoris ocupats, que obliga a una inversió molt gran en personal i en infraestructures, principalment de seguretat, com ara el mur.
L’altre gran impediment econòmic de l’estat d’Israel són els privilegis de la població ultra-ortodoxa, els homes de la qual reben un salari de l’estat i es reprodueixen com a conills, sense tindre alguns dels deures de la resta de la població, com ara gran part dels deures militars.
Més enllà de l’indubtable desenvolupament de la indústria israeliana en molts camps que en part requereixen d’alta tecnologia i innovació, l’estat d’Israel es manté en part per l’acumulació dels recursos naturals de la regió (com l’aigua del Golan) i també parcialment gràcies al suport de la comunitat jueva internacional i dels seus aliats governamentals d’EEUU i Europa. Respecte al suport de la comunitat jueva internacional, em sorprengué molt vore béns públics, com ara ambulàncies, en els quals constava que havien segut pagats per persones residents a Londres, per exemple.
Esta necessitat, però, del suport internacional per la supervivència de l’actual model d’estat israelià els fa molts vulnerables. Per això considere que les campanyes de desinversió i boicot als productes israelians són potencialment de gran força com a forma de pressionar el govern i la societat israelians cap a un procés del tipus que tingué lloc a Sudàfrica. Hem de crear un escenari que faça reflexionar la majoria de la població israeliana que l’actual situació d’apartheid no els convé. Perquè les alternatives són la perpetuació d’una situació cada vegada pitjor per a gran part de la població palestina amb violència intermitent per ambdues parts o una guerra de destrucció total de l’enemic. I, malauradament, l’opció de la guerra estava en boca de moltes persones palestines amb qui parlàrem, no com a desig sinó com a escenari probable a mig o llarg termini.