Este artículo está incluido en el número de enero en papel de La Marea, ya a la venta en kioskos y aquí
Lo que Michael Moore es para el público de cine, según el New York Times, lo es Thomas Frank (Kansas City, 1955) para los literatos intelectuales. El periodista y escritor se hizo famoso en 2004 con ¿Qué pasa con Kansas?, un libro que analiza el tirón popular que consiguieron los republicanos entre la clase obrera de EEUU. Frank es una referencia de la izquierda norteamericana, pero también ha publicado en medios poco afines como Financial Times o The Wall Street Journal. La Marea habló por teléfono con el autor cuando estaba en la Feria del Libro de Guadalajara (México), donde presentó la edición en castellano de Pobres Magnates (Sexto Piso).
El libro analiza uno de los fenómenos más alucinantes en la reciente política de EEUU: la respuesta de gran parte de la derecha a la crisis económica y el nacimiento del Tea Party. Los ideólogos del movimiento consiguieron convencer a muchos ciudadanos de que el derrumbe del sistema financiero no fue la consecuencia de años de desregulación y un capitalismo desenfrenado. En su opinión, el verdadero problema fue que hubo demasiada intervención gubernamental y, por tanto, lo que hace falta es aún más libertad del mercado. “Antes de esta recesión, la gente que había sido engañada por los banqueros casi nunca aprovechaba la ocasión para pedir que los bancos fueran liberados de los trámites burocráticos y la vigilancia de la ley”, comenta en el libro.
La ideología del Tea Party radica en el concepto de la libertad absoluta del individuo, que debe plasmarse también en el sistema económico. Es la tesis central que ha adaptado también el expresidente de España José María Aznar y que divulga a través de la fundación FAES, vinculada al Partido Popular.
En ¿Qué pasa con Kansas?, Frank describe cómo en las últimas décadas los republicanos lograron que gran parte de la clase obrera les votara a pesar de que su política económica –bajar impuestos a los más ricos– no les beneficiaba en absoluto. Una hazaña conseguida gracias a que sus políticos pusieron el foco en asuntos mucho más emocionales como el aborto, la religión o el patriotismo. En sus principios, el Tea Party prescindía de temas religiosos o de moral pública, y se centraba más en la libertad, individual y económica. Frank cita el ejemplo de un foro en Internet de los llamados Tea Party Patriots donde se advertía que “no está permitido ninguna discusión sobre cuestiones sociales”, para limitarse a “temas de gobierno federal, responsabilidad fiscal y mercado libre”.
¿La derecha ya no necesita a Dios y a la Patria para recabar apoyos?
Fue así al principio pero poco a poco están volviendo a la agenda antigua del aborto, los derechos de los homosexuales, el matrimonio, etc. Al ritmo que van desapareciendo los efectos más gordos de la crisis económica la derecha necesita rearmarse con otros temas ideológicos que no tengan que ver necesariamente con la economía.
Cuenta que uno de los lemas del Tea Party es ‘que los fracasados fracasen’. ¿Cómo se explica este desdén para las víctimas de la crisis?
Es algo muy enraizado en EEUU. Al principio se aplicaba a los bancos. La gente pensaba que merecían caer después de haber provocado esta catástrofe. Pero entonces la idea se extendió a otros ámbitos. Y muchos empezaron a argumentar que las personas con problemas, que habían perdido el empleo o que ya no podían pagar su hipoteca, eran los únicos responsables de su propia situación y por eso no merecían ningún tipo de ayuda. La gran mayoría de los seguidores del Tea Party no ha sufrido la crisis en su propia carne.
«El presidente Obama trata de estar a buenas con compañías como Goldman Sachs y BP incluso cuando conduce desesperadamente su camión de bomberos por un mundo que ellos han incendiado»
EXTRACTO DE POBRES MAGNATES
Dice en el libro que la derecha “excomulga a su viejo héroe George W. Bush por traidor a la causa de la libertad”. ¿El Tea Party se desmarca tan fácilmente del legado republicano?
Bush hijo fue probablemente el peor presidente que he conocido en mi vida. Comparado con él, hasta Nixon gana. A pesar de que Bush perseguía una política de derechas, los del Tea Party le consideran ahora como un fracaso. Creen que su problema fue que sencillamente no era suficientemente conservador. Esa es la idea en que se basa este movimiento. Los conservadores han estado en el poder durante muchos años, pero para ellos no fueron los verdaderos ‘creyentes’ y nunca hubo un verdadero dominio conservador. Por eso, los seguidores del Tea Party creen que su ideario no ha sido desacreditado.
En el auge del movimiento ha jugado un gran papel Internet: la profusión de blogs o la fuerza de vídeos espontáneos en Youtube , según explica usted. ¿Ha sido decisivo?
Sí, y tiene mucho que ver con el declive de los grandes diarios. Algunos de estos periódicos no lograron comprender el verdadero alcance del malestar de la gente común y no dedicaron la importancia suficiente a sus problemas y frustraciones. Entonces, la gente descubrió que en Internet podían dar salida a todo su cabreo y sus ideas a través de los blogs. Esto, además, te permite quedarte en tu rincón ideológico sin que nadie te obligue a repensar tus posiciones y contrastarlas con los de otros. Pero no fue sólo internet. Hay que destacar la importancia de Fox News y de locutores de radio como Glenn Beck.
«Dieciséis billones de dólares en riqueza familiar fueron incinerados en la pira que Wall Street había encendido. Y, sin embargo, la respuesta política más eficaz es una campaña para bajar la regulación, quitar el derecho a la negociación colectiva y frenar el gasto federal»
Usted critica que los demócratas y en particular el presidente Barack Obama no han reaccionado bien a este desafío desde la derecha radical, en parte porque carecen de un modelo ideológico.
Efectivamente no lo tienen. Obama no sabe cómo vender sus políticas a la gente. Ganó las elecciones gracias a una campaña populista de grandes promesas pero una vez en el poder se volvió muy pragmático y ha estado demasiado cerca de los plutócratas. Desde los años de Bill Clinton, los demócratas están demasiado cerca de Wall Street. Ni siquiera critican el modelo capitalista que ha provocado la crisis. La reforma sanitaria de Obama debería haber sido más ambiciosa, pero cometió el error de buscar un compromiso con los republicanos en el Congreso. Ha mejorado desde que nació el movimiento Occupy Wall Street. Ahora, por fin, los demócratas hablan de temas como el salario mínimo.
Usted hace muchas comparaciones con la Gran Depresión de los años 1930 y las políticas de Franklin D. Roosevelt de estímulo a través del gasto público. ¿Cómo hubiera gestionado Roosevelt la crisis actual?
Primero, no hubiera salvado a los bancos con dinero público. Hubiera permitido que cerrasen de forma ordenada y que los banqueros responsables acabaran en la cárcel. También hubiese creado un gran programa de obras públicas para estimular la economía. Obama hizo algo de esto pero no ha sido suficiente. Roosevelt también hubiese sido mejor que Obama a la hora de vender la necesidad de estas medidas a los ciudadanos.