VALENCIA // Mónica Oltra es la política valenciana mejor valorada según la última encuesta de El País. Se pasea por Valencia y recibe el afecto y el cariño de aquellos que se le acercan. Nos pide quedar en algún sitio donde no haya que gastar dinero: “¿Por qué para charlar hay que ir a un café?”. Busca un lugar tranquilo, sin ruidos. Le proponemos la Plaza Redonda de Valencia y no duda un instante: “Genial, además es un lugar que me gusta mucho; allí solía ir con mi padre y me trae muy buenos recuerdos”. Finalmente acepta tomar algo. El camarero, que ha heredado el local familiar, la reconoce de inmediato. “¿Eres Mónica Oltra? Es un honor que vengas a mi local”. Ella le responde con una sonrisa.
¿Por qué piensa que es la política mejor valorada?
Creo que es simplemente porque la gente conecta con nuestro discurso y con nuestra forma de hacer política. Estamos intentando recuperar la política frente al partidismo. Creo que es por esa manera de dirigirnos a la gente en un momento en el que los políticos al uso lo que hacen es hablar entre ellos y utilizan a los ciudadanos como espectadores. Nosotros hablamos a la gente y les estamos escuchando.
¿Y ahora la ciudadanía escucha más de lo que lo hacía antes?
Yo creo que sí. El 15-M ha ayudado mucho a que la gente escuche porque ha sacudido muchas conciencias. Ha hecho que aumente el interés por la política y se desenmascare el partidismo. La gente no rechaza a los políticos, rechaza convertir la política en puro partidismo y electoralismo. Y en ese discurso desaparece el interés general.
Pero ese discurso habrá sido difícil asumir por Compromís, que está formado por partidos más clásicos…
Habrá sido y lo sigue siendo, porque la inercia de los partidos es la acumulación de poder. Cuando voy por ahí diciendo que tenemos que hacer, a priori, una renuncia del poder sobre los demás, suena muy raro. Pero la gente lo entiende, lo acepta y le gusta. De ahí el resultado de la encuesta.
La encuesta de El País también ratifica un gobierno tripartito.
Bueno, la encuesta no ratifica eso, la encuesta lo que dice es cómo quedaría el panorama electoral, no quién va a gobernar…
¿Les da miedo hablar de un tripartito en el País Valenciano?
No, miedo no. Lo que pasa es que volvemos a lo mismo. Cuando uno antes de las elecciones empieza a hacer cábalas sobre cómo quiere que sea el gobierno, ya está despreciando a los ciudadanos. Tú fíjate lo que es la querencia al poder que por una simple encuesta ya estamos viendo cómo queremos organizar el poder. No, el poder lo tiene la gente cuando vota, tengamos claro eso, y a partir de ahí, con los resultados encima de la mesa, decidimos, y siempre contando con la gente.
¿Algo parecido a lo que se hizo con la Ley de Transparencia?
A mí me gustaría que fuera así, la tecnología te lo permite. La encuesta lo que sí apunta es a que los ciudadanos quieren un cambio, pero cómo debe ser ese cambio no podemos decidirlo sólo los partidos.
En la derecha hay mucho miedo al resultado del 2015, ¿nota más ataques contra Compromís? Por ejemplo sobre su relación política con Enric Morera…
Son enredos que no se corresponden con la realidad. Es que no se entiende que pueda haber liderazgos compartidos, Enric y yo compartimos liderazgo y lo llevamos muy bien. Mira cómo es el poder que exige que haya una cabeza visible, ¿por qué no puede ser más horizontal?, ¿por qué tiene que ser todo tan vertical? Yo me niego. Me gusta la horizontalidad, en todos los aspectos [risas].
Una vez que se produzca ese cambio, ¿habrá que hacer una auditoría sobre cómo está la situación y qué es lo que se debe?
Sí, y mirar qué es lo que hay que pagar y qué no, porque obviamente la parte de deuda ilegítima, después de un proceso de verificación, nosotros no la vamos a pagar. No vamos a seguir enriqueciendo a los que han saqueado las arcas públicas de los valencianos.
¿Qué se puede considerar deuda ilegítima?
Por ejemplo, algo que hemos hecho público estos días, y es que hemos estado pagando a una empresa de ingenieros del aeropuerto peatonal de Castellón, desde el año 2006, once millones de euros para hacer no se sabe qué. Eso es deuda ilegítima, el dinero que se ha destinado a intereses particulares sin que haya revertido en un interés público. Se nos ha hecho pagar a los valencianos una hipoteca que no hemos disfrutado. Y, además, habrá que intentar que los que se han llevado el dinero, lo devuelvan.
Hablemos de política nacional, ¿qué le parece la LOMCE que ha aprobado esta semana el Congreso de los Diputados?
Es una felonía. Está concebida para favorecer la educación privada y dar satisfacción a la Conferencia Episcopal, pero sobre todo está hecha para que la gente más humilde no pueda tener las mismas oportunidades que la gente pudiente. Se están aprobando leyes para que los hijos de los trabajadores no tengan las mismas oportunidades que los hijos de los ricos. Al final subyace la corriente neoconservadora que ha tomado el poder en el PP, de la que forman parte Wert, Esperanza Aguirre, y este tipo de personajes. Es lo que corresponde al tea party norteamericano, que el Estado es un problema y no la solución y que todo es un negocio.
Cuando sale fuera de Valencia, ¿se cansa un poco de que siempre se le hable de corrupción?
No creo que haya más corrupción aquí que en otros sitios. Sí que es verdad que la corrupción vinculada al PP está muy generalizada porque se confundió la mayoría absoluta con el poder absoluto. La corrupción pivota sobre tres ejes: la especulación urbanística, las grandes obras/eventos y la gestión de residuos. ¿Por qué? Porque los tres exigen que se muevan grandes cantidades de dinero y plusvalías en muy poco tiempo.
¿El caso Cooperación es el caso más grave de corrupción política?
Moralmente sí, porque estás hablando de un dinero de emergencia alimentaria y hay gente que se ha muerto de hambre porque no llegó ese dinero. Eso me resulta lacerante y no lo puedo comprender. Puedo entender la avaricia, como concepto, pero cuando alguien se enriquece a cambio de que alguien se muera de hambre y de forma directa… Aunque en cuantía no es el más importante, me parece el más inmoral de todos. No puedo con ese tema, me produce arcadas.
¿Qué piensa cuando ve a Camps y Rita riéndose en la bancada? ¿Y cuando ve a Cotino presidiendo, se gira y ve a Rafael Blasco sentado al fondo como castigado…?
Pues depende del día. Hay veces que pienso «¿qué hago aquí?», hay otros días que pienso «¿cómo no van a rechazar los ciudadanos esta obra de teatro?», y hay otras veces que me cuesta mucho controlarme la ira, porque me parece una falta de vergüenza y de decencia, y eso mis problemas de estómago me cuestan y luego lo somatizo. Si les dijera lo que pienso en esos momentos, no sonaría bien.
¿Qué le diría a esos valencianos que se han ido por culpa de la crisis o hartos de años de gobiernos conservadores?
A todos les digo lo mismo: «Prometedme que volveréis». Me parece tan dramático que gente formada, joven, con todo el mundo para comérselo se vayan rendidos y vencidos… Yo les digo: «No, no, tenéis que volver, porque yo quiero tener un futuro en este país». Ese es uno de mis objetivos, que la gente que se haya ido en contra de su voluntad, vuelva. Eso es muy importante.
