BARCELONA// Un fantasma recorre Europa. Una pesadilla que amenaza con engullir a la clase media. El historietista Aleix Saló, autor de éxitos como Españistán y Simiocracia, desentraña las causas y las consecuencias de esa pesadilla en su nuevo libro, Europesadilla: Alguien se ha comido a la clase media, que ha visto la luz este mes de abril. Con su estilo característico, trata situaciones que rozan el esperpento con un toque de humor que las haga más llevaderas y ayude a comprender los avatares de la economía en este mundo globalizado.
Pero para retratar una Eurozona que no deja de recibir un golpe tras otro se remonta mucho tiempo atrás, con el objetivo de transmitir al lector de dónde viene la Europa actual, y si es verdad o no que existe una identidad común europea. “Es un poco bestia, porque de golpe empiezas el libro y te encuentras Stonehenge. Pero cuando intentas entender las diferencias norte-sur vas tirando hacia atrás, y más hacia atrás, y te das cuenta de que viene de muy lejos. Y ya puestos a entrar en la identidad europea, necesitaba comenzar desde el principio”, cuenta Saló.
Combinando viñetas, texto, e incluso gráficos, Saló analiza a los actores y las circunstancias de la actual crisis en el contexto europeo con voluntad didáctica y con un gran trabajo de documentación. “Quiero libros que se puedan disfrutar dentro de mucho tiempo, o que sean testigos de un momento. Entonces va bien retirarse del mundo y alejarse para verlo con perspectiva”, asegura. Y es que durante los meses en los que ha estado elaborando el libro se ha desconectado de la más estricta actualidad para conversar con varios de los protagonistas de la realidad europea, y captar sensaciones. Estuvo en la sede de la Unión Europea para entrevistarse con parlamentarios, políticos y funcionarios, o frente al Congreso de los Diputados durante la acción Rodea el Congreso. “Quería recibir imputs para hacerme una idea también del estado de ánimo”.
El libro analiza la economía, pero como mantiene su autor, no pretende servir de manual ni erigirse como trabajo académico. “Lo bueno de tratar el cómic es que puedo permitirme un punto de vista un poco más lúdico, como el que le explica la situación a un amigo. El interés en la economía ha ido creciendo, pero creo que empieza a haber una saturación. Hay tanto pesimismo, y los datos son cada vez más negros, que la gente necesita relatos un poco más amigables, que no quiere decir endulzados”.
Recorriendo las páginas nos encontramos con activistas antiglobalización de los años 90, peces gordos que se reparten el pastel y vampiros que viven de succionar recursos de los países en los que están instalados. Y entre los monstruos que pueblan la pesadilla, aparece la globalización. “Me sorprende que ahora nadie nombre la palabra, hace diez años estaba en boca de todos y parecía que era la culpable de todo. En realidad a lo que se está enfrenando ahora nuestro mercado económico es a unas reglas de juego totalmente nuevas marcadas por la globalización. Los trabajadores de aquí tienen que competir con un trabajador de China que prácticamente no tiene derechos ni Estado del Bienestar”, apunta Saló.
Pero si la globalización no empezó con la caída de Lehman Brothers, ¿por qué no había desatado sus terribles efectos sobre los países del llamado “primer mundo” hasta ahora? El autor lo atribuye a las “burbujas” que crearon un “mercado interno dopado”. “Aquí teníamos una burbuja financiera que nos hacía olvidar todo esto”, mantiene. Y cuando la burbuja estalla en España, deja al descubierto “una mayoría de empresas potentes que no son las más grandes porque son las mejores, sino que son las más grandes porque tienen un trato directo con el poder político. Si colocas a muchas de las empresas del IBEX 35 en otro país harían fallida en poco tiempo, porque no son competitivas. Deberían saber exportar pero no saben”.
Y cómo no, en todo relato de la crisis de la Eurozona debe aparecer Ángela Merkel. “Alemania es ahora sólida porque hace diez años ya tuvo muy claro que debía adaptarse a la globalización. Tanto sindicatos como empresas hicieron un trabajo muy bueno haciendo todos renuncias. El gran drama es que Merkel pretende germanizar el sur de Europa. Habrá quien dirá que es una buena intención, pero no puedes pretender que España, Italia y Grecia de golpe se conviertan en Alemania. Esto cuesta décadas”.
Para Saló, la gran traba para que países como España logren readaptarse a las nuevas condiciones son “las élites vampíricas”. “¡Se está recortando en Sanidad! Tenemos la plantilla de trabajadores de la sanidad pública peor pagados de Europa, y en cambio tenemos un montón de fundaciones y empresas públicas que no se sabe exactamente para qué sirven, que no se han tocado. ¿Por qué? Porque pedirle a un político que toque esta empresa es como decirle que despida a su mujer o a su cuñado”.
“Sólo un dato: resulta que España tenía en 2010 160.000 trabajadores públicos escogidos a dedo más que en 2007. Mi tesis, aunque no la puedo demostrar, es que cuando empezaron a fallar todos los negocios privadillos, digamos de contactos, las instituciones públicas comenzaron a funcionar como un bote salvavidas de estas redes familiares de los políticos. Y cuando ya no ha habido más tu tía porque no había dinero ¿quién ha pagado el pato? Los funcionarios”.
Las carencias de una UE en la que resulta difícil distinguir quién manda, cuyo mayor problema, según Saló, es la inactividad y la incapacidad de resolver los incendios con celeridad; y la pujanza de las economías asiáticas, que amenazan con invertir la balanza que en los últimos siglos tenía a occidente como peso principal, son objeto de análisis en un libro que deja una terrible pregunta en el aire: Si efectivamente alguien se ha comido a la clase media, ¿qué sucederá con nuestro Estado del Bienestar?