MADRID // «No compres nada, ni utilices tu teléfono, no eches gasolina, consume la electricidad o gas imprescindible, no uses tu banco. Ese día que no entre ni una moneda en los bolsillos de quienes nos explotan. Esta huelga es contra la banca, multinacionales, especuladores y los Gobiernos que obedecen sumisamente». Menos de cuatro meses después de que el movimiento 15M, junto a numerosos colectivos sociales y asociaciones, promoviesen una huelga de consumo el 29 de marzo, la subida del IVA que Mariano Rajoy anunció el pasado miércoles ha forzado una nueva convocatoria: el próximo jueves 19.
A pesar de que la subida de impuestos se hará efectiva el 1 de septiembre, la medida ha tenido una reacción instantánea y ha encendido a la ciudadanía. FACUA-Consumidores en Acción, apoyado por numerosas asociaciones sociales, ecologistas y sindicales, ha convocado un nuevo “día sin compras”. Como explicó la semana pasada el portavoz de la asociación, Rubén Sánchez, se trata de paralizar el consumo durante un día “y contestarle al Gobierno que ha mentido a la ciudadanía”.
Durante los últimos meses, los españoles han cogido la costumbre de salir a la calle con una frecuencia cada vez mayor. Las protestas y las manifestaciones están a la orden del día. Estas acciones encuentran un apoyo en las huelgas de consumo, que constituyen la reinvención del concepto de protesta que además invita a hacer un análisis crítico de la actitud personal de cada uno.
Pero una huelga de consumo es mucho más que “un día sin compras”. Este tipo de iniciativas son una herramienta social para mostrar tanto el descontento general como el poder de la sociedad organizada. Invita a la reflexión sobre cómo, cuánto y por qué compramos, sobre nuestros hábitos de consumo y el tipo de vida que tenemos. Por lo tanto, no se reduce a coger el autobús en vez de la moto dos días concretos señalados en el calendario.
“¿No es esta misma huelga general de consumo la que permitiría plantar cara el mayor tiempo posible a un adversario que no tiene ninguna intención en absoluto de satisfacer nuestra voluntad de vivir mejor?”. El politólogo francés Paul Ariès, en Manifiesto por una huelga de consumo, reflexiona sobre el alcance real de una huelga de este tipo si se realizase de una forma masiva y conjunta. Como insiste Ariès, es necesaria una reflexión muy crítica sobre los hábitos y tipo de vida que tenemos, cómo actuamos, qué pensamos, para qué trabajamos, qué sentido tiene la propiedad, en qué gastamos lo que ganamos…
Las huelgas de consumo, a diferencia de la huelga general, abren el espectro de gente que puede participar y lo amplia a toda la sociedad, empezando por quienes más están sufriendo los efectos de la crisis: jubilados, desempleados, estudiantes y autónomos, entre otros.
Aunque nunca se habían producido con tan poco espacio de tiempo entre las acciones, este concepto no es algo nuevo en España. De hecho, se han convocado ya en algunas ocasiones, tanto desde organizaciones sindicales y ecologistas, como desde las asambleas del 15M, como por ejemplo el 29 de marzo (coincidiendo con la huelga general contra la reforma laboral), el 29 de septiembre de 2010 (huelga general contra la reforma laboral de Zapatero) o el 20 de junio de 2002 (contra la reforma del subsidio de desempleo del Gobierno de Aznar). Las huelgas de consumo se convocan de esta manera casi siempre que hay una huelga general laboral, como instrumento para implicar a las personas no empleadas. Sin embargo, una huelga de consumo puede darse de forma independiente, como sucedió el 21 de diciembre de 2010, o la convocatoria que se viene repitiendo desde el 12-15M de 2012, el 15 de cada mes.
Como explica Ariés, “el objetivo es aprender a existir plenamente, a vivir como un usuario dueño de sus usos y no como un condenado al trabajo y al consumo esclavo del mercado capitalista”.
Cómo medir el éxito de una huelga de consumo
La dificultad de medir el seguimiento, y por tanto el triunfo o fracaso de este tipo de convocatorias, genera muchas dudas y reservas. Dado que las empresas, por razones obvias, no proporcionan datos sobre la incidencia de la protesta en sus ventas, una de las formas objetivas de medir el seguimiento de esta iniciativa es a través del seguimiento del consumo de electricidad comparado con otros días.
Según Economistas en Crisis, y a partir de los datos ofrecidos por Red Eléctrica Española, la huelga de consumo del 29 de marzo tuvo “mayor incidencia” que la que acompañó a la huelga general de 2010 y la de 2002. La de este año fue un 19% más intensa que la anterior, que a su vez experimentó un incremento de un 6% respecto a la de 2002. Hay que tener en cuenta que el consumo eléctrico para una huelga de este tipo debe considerarse a lo largo de todo el día, mientras que para una huelga laboral se suele usar el consumo matinal por reflejar los cambios en actividad industrial. A pesar de ello, cabe destacar que el dato de consumo eléctrico no deja de ser indicativo, pues ignora factores como la separación entre el consumo destinado a las fábricas y el asignado a los hogares.
Huelga de consumo periódica
Desde la semana pasada, el movimiento 15M ha convocado una “huelga indefinida los días 15 de cada mes como castigo contra las grandes corporaciones transnacionales y la gran banca, impulsoras y beneficiarias de las antidemocráticas y antisociales reformas legales que se han venido aprobando en España durante los dos últimos años por los gobiernos de turno”.
En resumidas cuentas, lo que se pretende es “boicotear el IBEX35 una vez al mes” a través de pequeñas acciones sumadas como evitar el transporte privado y el uso de tarjetas de crédito y débito. En este sentido, los convocantes insisten en que “la huelga de consumo no se hace contra el pequeño comercio o personas autónomas”, poniendo énfasis en no comprar en grandes superficies o consumir la mínima cantidad de electricidad y agua.
